MAL AGÜERO

Oscar Augusto Rivas Sánchez

El oficio de profeta, vidente, vaticinador del futuro o como se le quiera llamar, parece ser muy complicado y la verdad es que nunca me ha interesado.

Pero luego de ver todo lo sucedido en los últimos meses en nuestra querida Guatemala y principalmente el brutal -no es metáfora- espectáculo de la mañana del sábado, me parece que resulta fácil vaticinar los sucesos de los próximos meses.

Comienzo por estimar que los doctores Arévalo y Herrera, a quienes di mi voto en la segunda vuelta -en la primera no voté- y luego se ganaron mi respeto, confianza y apoyo, así como la esperanza, de que puedan ejercer un gobierno decente, no van a llegar al poder.  Está en marcha un plan para que no asuman y los señores no amenazan.

Pero tampoco deben hacerse ilusiones quienes fueron candidatos y recibieron la repulsa popular, ninguno de ellos asumirá, así lo quieran, se los hallan ofrecido o lo tengan programado.

Hay que entender que el que juega con fuego se quema y que caminar en el filo de la navaja no es nada sencillo. Y por culpa de uno cuantos, en Guatemala se está jugando con fuego.  Francamente es una torpeza de las más grandes, creerse el aprendiz de brujo y soltar las fuerzas, es una torpeza jugar con fuego o caminar en el filo de la navaja. En Guatemala están contenidos muchos, pero muchos reclamos: propiedades ancestrales, miseria, desnutrición, explotación laboral, pluriculturalidad, genero, falta de educación, falta de trabajo decente, falta de capacitación, estos solo por mencionar temas socio-económicos, pero también hay reclamos de tipo medio ambiente, violación de las leyes, inexistencia de justicia, corrupción e impunidad; los reclamos están presentes y quien no quiera ver la realidad, pues, su problema será, pero cerrando los ojos no se resuelve nada. Y ante esto, la continuidad del proceso electoral y la espera de un futuro mejor que eran la esperanza y valga la expresión la “válvula de escape”, se quedan en el limbo.

Pero se debe cumplir el capricho de unos cuantos y eso simplemente “romperá las amarras de la explosión social”.

Sueltas las fuerzas, el resultado es imposible de vaticinar y pienso que a todos, A TODOS nos ira mal: agricultores, industriales, banqueros, constructores, transportistas, profesionales, servidores públicos, amas de casa, niños, jóvenes, adultos y ancianos, ladinos, indígenas, mestizos y cuantas categorías existan, nos ira muy mal; quien sabe si derechos como el de la vida, propiedad privada, religión, expresión del pensamiento, libertad de industria y de trabajo y sus similares, resistan el remezón. Será muy tarde para reclamarle a quienes con sus atentatorias conductas soltaron las fuerzas; o a quienes mantuvieron un silencio cómplice. No es pesimismo, alarmismo, ni fatalismo, simplemente es una realidad a la vuelta de la esquina.

Mientras tanto, aun es tiempo de decir un EN PAZ DESCANSEN: La Constitución de la República, las leyes, la justicia, el estado de derecho, la independencia judicial, el respeto a las instituciones; la libertad de prensa y de opinión, la democracia, el proceso electoral y tantas otras ilusiones más. Quien sabe si dará tiempo al velatorio correspondiente y a las honras fúnebres.