Se cumplen 408 años del fallecimiento del más grande representante de la literatura española, Don Miguel de Cervantes y Saavedra, autor de innumerables obras, quien dio vida a personajes inmortales como Don Quijote de la Mancha, Dulcinea del Toboso y mi estimado amigo Sancho Panza; por eso, el 23 de abril ha sido declarado DIA DEL LIBRO.
Penosamente es poco lo que se puede celebrar cuando la modernidad está asfixiando a los libros. Algún comentarista ha dicho que así como un cuchillo nos sirve para partir el pan, pero también nos puede servir para matar, la tecnología tan útil y beneficiosa para la vida actual, está matando a los libros y con ellos a la cultura. A lo anterior, agrego que el fin de semana tuve un grato encuentro con Mafalda, lo que renovó mi preocupación por los asuntos culturales.
Como notas luctuosas menciono que hace unos 14 años, la Enciclopedia Británica, uno de los mayores refrentes de la cultura inglesa, dejo de funcionar, ahogada por la tecnología. Algunos años más tarde, le sucedió lo mismo a la Editorial Océano, la mas grande editorial de habla hispana, de la que ahora solo queda el recuerdo. En nuestra ciudad, con nostalgia recuerdo el sector de la 13 calle y 9a. Avenida de la zona 1, que era el centro librero por excelencia; allí encontrábamos a las librerías Altamira, Pelayo, Proa, Acrópolis y una seis más; por otros rumbos recuerdo a la Feria del Libro, Cervantes, Maíz y mejor lo dejo así. Eran librerías, ni papelerías ni ventas de regalos, simplemente librerías.
Recientemente cerró sus puertas la librería más grande y ahora, solo nos queda una muy bien surtida y alguna pequeñita que esta luchando por sobrevivir. Este fenómeno, que es mundial, está acarreando la destrucción de los valores culturales.
Es cierto que por medio de una tableta, un teléfono o una computadora, se puede acceder a casi cualquier libro, pero eso ni es lectura ni es cultura, al libro hay que tocarlo, hay que sentirlo, hay que dejar una marca en el punto en que se quedó la lectura de ayer y aun cuando mi maestro de Técnicas de Investigación lo criticaba mucho, hay que marcarlo, subrayarlo y hacerle anotaciones, para luego conservarlo y tenerlo como medio de consulta. Leer un libro obliga a pensar, a meditar, a razonar y con el perdón de todos los modernistas, eso es lo que ya no se esta haciendo, ahora solo se trata de oprimir botones, lo que con el tiempo pagará muy caro la sociedad.
Lo anterior es muy grave, pero en el caso de los libros técnicos es peor, ya no se estudia en un libro sino en un teléfono; que dirán los actuales estudiantes si les cuento que antes era criticado quien estudiaba en copias y esto me lleva a preocuparme por los profesionales del futuro: que si no aprendieron a investigar, no han leído y solo se han conformado con hacer consultas electrónicas que en la mayoría de los casos ni firma responsable tienen, tendrán una vida profesional bastante precaria.