Han transcurrido cien días desde la caótica toma de posesión del presidente Bernardo Arévalo.
Tres meses después, las fallas de su gestión se magnifican y sus logros se minimizan.
Pasarán los días, se alejará el sonido de las manifestaciones democráticas que reclamaron el respeto al voto de los guatemaltecos. También quedará atrás la inédita reacción de la comunidad internacional que apoyó a la ciudadanía guatemalteca en su reclamo democrático.
Algunos actores desde fuera, invocamos ese respaldo de la comunidad internacional y en la coyuntura actual insistimos en que no dejen sólo al pueblo de Guatemala: los peligros contra la democracia guatemalteca subsisten.
La comunidad internacional no debe dejarse convencer que la toma de posesión solucionó todos los problemas nacionales.
Ahí están, por ejemplo, las grandes tareas pendientes de los gobernantes para el pueblo de Guatemala.
Los grandes rezagos históricos y que se estimularon después del fracaso de 1954, no han podido ser esquivados en los casi 40 años de “retorno a la democracia”, en mayor medida bajo el influjo de la élite económica, indispuesta a reducir sus privilegios.
El principal valladar para su gobierno son las poderosas fuerzas que han visto peligrar el sistema corrupto, y que continúan usando al Ministerio Público y los tribunales de justicia, para consolidar la dictadura de las cortes.
La cara visible del pacto de corruptos es la Fiscal General Consuelo Porras, pero ha sido la Corte de Constitucionalidad la que ha sostenido y confirmado las decisiones judiciales que procuran impunidad y corrupción.
La Corte de Constitucionalidad ha debilitado a la bancada oficial y es la que continúa en pie de guerra contra la democracia, lo que suma a las resoluciones que ha emitido el máximo tribunal del país en contra de los derechos de los pueblos.
Consuelo Porras y la Corte de Constitucionalidad tiene dos años más para continuar dinamitando la gobernabilidad. La ecuación por resolver es si podrán coexistir con este gobierno.
Quedan 1,360 días a este gobierno, desde el exilio se espera mucho de él. Esperamos lo mejor para el pueblo de Guatemala.