LOS PROCESOS QUE ALGUNOS NIEGAN SU EXISTENCIA

Renzo Lautaro Rosal

El balance del año que está por finalizar es negativo desde casi cualquier dimensión. Ha sido el período donde las expresiones autoritarias se han hecho más evidentes, donde el control de la precaria institucionalidad pública ha dejado sentir sus dientes afilados, donde se ha mostrado el asedio en contra de las libertadas civiles. También ha sido el lapso donde la corrupción y otras muestras de impunidad se han vuelto a normalizar.

Tal parece que contrario a lo que debería ocurrir en las sociedades con cierto avance de la ciudadanía, el cansancio, la anomia social se han contagiado de nuevo para dejar que las huestes pasen sin recato ni contrapoder alguno, con excepción de los esfuerzos valientes que llevan a cabo los medios de comunicación independientes sometidos en los últimos meses también a las presiones propias de un régimen que marcha triunfal en contra de cualquier expresión de inconformidad.

Así las cosas, es importante advertir que el terreno que parece llano para la escalada probablemente no logre visualizar lo que en realidad está sucediendo en diversos espacios territoriales. Las dinámicas sociales y políticas se viven desde otras lógicas. Desde las estrategias de sobrevivencia, evidenciadas con fuerza durante la pandemia, hasta los procesos de reconformación de las organizaciones, pasando por la reinstalación de nuevos mecanismos de incidencia, hay toda una acumulación de energías que aprovechan que las miradas están en otras lógicas para continuar desarrollándose.

Por mucho que no lo parezca a nivel superficial, o ante las tradicionales coberturas mediáticas, en este país se están construyendo espacios de diálogo, coordinación, alianzas políticas, elaboración de propuestas para la articulación. Y lo más interesante, para que, en medio de las construcciones en marcha, se logren algunas expresiones electorales (sea para el 2023 y/o para el 2027). Lo que está claro es que, en diversos espacios, las dinámicas se están procesando hacia objetivos que congregan a diversos colectivos.

La lógica del discurso de la aceptación nos hace caer en el pesimismo, el cual, a su vez, se contagia y disemina. Pero las realidades profundas podrían ir en otro camino. Para ello, es necesario extender las miradas, no caer en la provocación de esquivar lo que no queremos ver y considerar. De allí que la insistencia de ver el entorno por pedazos o partes, caer en el excesivo coyunturalismo, o en las lecturas parciales basadas en prejuicios y predisposiciones solo harán nublar las mentes y las miradas.

Es posible que las luces de cambio provengan de esos contextos, que algunos no quieren ver, las considerar como nubarrones, pero para otros simplemente expresan las únicas opciones para salir de los constantes atolladeros.