LA MIOPÍA DE LOS PARTIDOS “PROGRESISTAS”

Luis Fernando Mack

“No hay peor ciego que el que no quiere ver” (Refrán popular)

Las elecciones 2019 nos demostraron fehacientemente un hecho contundente: el viejo adagio “divide y vencerás” se volvió a cumplir de forma inexorable, y entonces cinco o seis propuestas de cambio les hicieron un gran favor a los defensores del sistema. El resultado es el actual presidente de la república, que como el anterior, ya es candidato serio para ocupar en el imaginario colectivo el puesto de el “peor presidente” de la historia de Guatemala.

Lamentablemente, los partidos que supuestamente surgieron con un discurso de cambio en el 2019, siguen demostrando su miopía y su falta de visión estratégica, y la evidencia parece demostrar que lejos de verse como visionarios, siguen empeñados en alzarse como los supuestos héroes al que todos debemos seguir: en el escenario, ya se van perfilando los presidenciables supuestamente “progres”, uno en particular que supuestamente proviene de una familia de abolengo político, pero todos en su conjunto se encaminan a un gran fracaso terrible en las elecciones 2023, con lo cual le están allanando el camino para que otro representante del sistema, vuelvan a ganar, con lo cual estaríamos en un escenario terrible: otros cuatro años perdidos, con el agravante que esos años serán clave, debido a que el proyecto regresivo va con fuerza, tal como ya lo hemos visto en los meses y años pasados.

Bien dice el dicho: “Todavía ven la tempestad y no se hincan”. Se visualiza un paulatino avance de los grupos que quieren revertir los logros que se han realizado en los últimos años, de manera que lo que la teoría llama el cierre de espacios democráticos, se está gestando de forma sostenida, y la cooptación de instituciones clave como el MP y la USAC, ahora, solamente anticipan que ese gran plan regresivo va a seguir, especialmente si logran obtener un triunfo electoral. Las declaraciones desafiantes del presidente Giammattei en contra de la embajada y el gobierno de Estados Unidos, demuestran que, en este camino regresivo, los actores dominantes están dispuestos incluso a ponerle un freno a este actor, tradicionalmente hegemónico en el pasado.

Buscar una alternativa a estos actores políticos supuestamente progresistas, quienes, con diferentes razones y motivos, están viéndose claramente contrarios a los intereses de la sociedad en su conjunto, es entonces una prioridad de primer orden. En el camino, me parece que la sociedad civil procambio, debería tomar seriamente la posibilidad de buscar partidos de derecha moderada, que tengan realmente la voluntad de cambio y que no hayan sido parte de la alianza dominante, para que sea este sector quién lidere el esfuerzo para detener estos grupos regresivos, quienes en su necedad por mantener el curso que lleva el sistema, están destruyendo lo poco bueno que aún tenemos, especialmente en cuanto a la institucionalidad y el Estado de Derecho.

La historia juzgará severamente a estos partidos supuestamente progresistas, quienes lejos de erigirse como vehículos de cambio, se están comportando de la misma forma en la que la mayor parte del resto de partidos políticos han hecho en el pasado: están queriendo imponer caudillos con sentimientos mesiánicos, que aún cuando no han ganado el respeto y el liderazgo, se creen ya los estadistas que van a transformar Guatemala. Con esta visión de la miopía política con la que actúan, tenemos ya una respuesta a porque las elites gobernantes han logrado mantener a Guatemala casi sin cambio en estos 35 años de democracia: no ha sido por la genialidad de los defensores del sistema que se han mantenido inalterables; es por la miopía y falta de visión estratégica de los grupos progresistas.