LA HORA DE LA VERDAD

Luis Fernando Mack

Los guatemaltecos elegiremos entre continuidad y futuro, entre corrupción y autoritarismo o democracia y cambio.

La atípica campaña electoral llega a su fin, y la segunda vuelta de votación acaba este domingo 20 de agosto. Pudieron haber sido las elecciones más tranquilas y transparentes desde 1985, ya que por primera vez tenemos dos opciones que no están controladas por el sector empresarial y político en el poder: Una fue la candidata más odiada por el sistema de los últimos tres procesos electorales (2011, 2015 y 2019). El otro es el representante de la incipiente expectativa ciudadana que ve por primera vez en 30 años el futuro con optimismo, aunque sabe que el camino será difícil si llega la opción que identifica como cambio.

Lo trágico es que Sandra Torres perdió no solo el norte sino la posibilidad real de recuperar su imagen y su trayectoria: en vez de realizar una campaña de altura, ya que enfrente tenía al candidato con la propuesta de gobierno más sería (lo que no necesariamente significa que fuera la más adecuada para Guatemala), se dedicó a realizar la campaña de desprestigio y de mentiras más burda y absurda de los últimos 40 años. Está por verse qué impactó real tuvo en el electorado, pero las dos encuestas serias presentadas el pasado miércoles 16 de agosto parecen señalar que no, que Torres no logró convencer mayoritariamente al electorado.

Como corolario de una campaña desacertada y nefasta, hay indicios que Torres se alió con el otrora enemigo: el partido oficial. Y con ello, parece maquinar estrategias que están destinadas a seguir alentando la incertidumbre y el miedo, tal como indica esa aparente intención de impugnar todas las mesas que pueda este domingo, para que en un golpe de suerte de repente pueda ganar con artimañas, o al menos aparentar una derrota menos holgada de su adversario que podría abrir paso a meses de impugnaciones y alegatos de fraude que empañarían  el inicio del nuevo gobierno.

Por su parte, el otro candidato tendrá un sistema político y judicial en contra, en el que se esperan muchos más embates políticos para seguir obstaculizando su probable llegada al poder. Está por verse como Bernardo Arévalo se desempeñará como líder de un país que necesita con urgencia señales de cambio. En el último foro-debate mostró su lado más débil y quizá ese sea su talón de Aquiles, aunque se sigue esperando mucho por su trayectoria y su temperamento, que si gana seguro será puesta a prueba en todo momento.

Lo cierto es que aún falta el veredicto ciudadano, este domingo parece terminar un ciclo perverso de la política: por primera vez una parte significativa de guatemaltecos ven el futuro con optimismo: quizá el germen de un cambio que probablemente será estudiado por los académicos futuros como el momento en que se construyó una Guatemala próspera, incluyente, democrática y en paz.