LA FRÁGIL PRIMAVERA DEMOCRÁTICA

Luis Fernando Mack

“Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después” Sun Tzu.

Desde que empezó la crisis en junio del 2023, cuando se empezó a delinear la estrategia del pacto de corruptos de cuestionar las elecciones e iniciar el cerco legal y político que luego se llamo intento golpista, hubo una interrogante que siempre me rondó por la mente: ¿El pacto de corruptos no pudo derribar a Bernardo Arévalo, o realmente no quería detener su llegada al poder? Dos aspectos fundamentales guiaban esta pregunta: considerando los antecedentes, estaba en el poder uno de los actores más corruptos que hábilmente había tejido una red institucional y legal para favorecer sus intereses, por lo que las señales confusas que aparentemente enviaban los agentes institucionales de ese poder corrupto -como la Corte de Constitucionalidad-, eran sospechosas. No ayudaba tampoco el discurso presidencial, supuestamente comprometido con la democracia y el respecto a la legalidad: no eran colegiales de primaria, y lo que menos tenían era de ingenuos, por lo que los burdos intentos parecían deliberados. La sociedad civil cayó en la trampa: muchos analistas decían que el mejor agente propagandístico de Semilla eran los mismos golpistas, porque no hacían más que levantarles el perfil y promover más apoyo.

Un segundo elemento de duda es el hecho de que, en política, dar un golpe escalonado es absurdo: eso le da tiempo al adversario para responder y rearticularse, como aparentemente ocurrió. No solo logró un impresionante apoyo internacional, sino que generó una inusitada movilización ciudadana que realmente fue época: ya hay algunos que ya hablan de la categoría que Severo Martínez elaboró de “motines de indios” para describir la capacidad de movilización y de resistencia de los pueblos originarios y su contribución decisiva en la transición, al punto que ahora se les nombra como los héroes que defendieron a la democracia de la amenaza golpista. Una lectura más detallada vería que ese tipo de apoyos no se dan de forma gratuita, ya que se esperaría que el nuevo gobierno correspondiera el gesto con acciones concretas de reivindicación, algo que durante este mes del nuevo gobierno apenas si se ha notado. Tarde o temprano, tanta expectativa debe concretarse en acciones concretas, y no solo en palabras, y ahí radica el peligro: conforme pasen los días, semanas y meses, las debilidades del nuevo gobierno serán evidentes, y las promesas empezarán a caer en saco roto. La legitimidad dará paso al descontento y la decepción: el camino perfecto para que en el 2027, vuelvan a regresar los malos con aún mucha mayor fuerza.

Durante este mes del nuevo gobierno han abundado los errores, desde  los últimos tropezones: el nombramiento en el Intecap de un reconocido integrante del pacto de Corruptos, Oscar Chinchilla; la defensa de algunos diputados de semilla de una supuesta agresión a la expresidenta del Congreso, Shirley Rivera, algo que se percibió como una novatada; el robo de información y de equipo en la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, hecho delictivo que ocurre en el perímetro de seguridad del Presidente -lo cual genera mucha sospecha-, la aparente marcha atrás en la promesa del Presidente Arévalo sobre hacer público las declaraciones patrimoniales de los funcionarios públicos, y el abrazo cordial del ministro de Gobernación Francisco Jiménez a la Fiscal General Consuelo Porras, y la consecuente colaboración de la PNC de una trabajadora del TSE que mantiene viva la amenaza golpista del MP; la composición del gabinete, que en primera instancia no representa a los pueblos originarios, sin olvidar el hecho de que en la primera propuesta, habían algunos ministros con claros vínculos con el CACIF, algo que claramente iba en contra de la campaña anti CACIF del mismo partido. En este último punto, por cierto, se percibió al mismo presidente diciendo una mentira: justificando que dicho discurso anti CACIF nunca fue una estrategia partidaria, cuando claramente lo fue.

El nuevo gobierno se percibe como maniatado, cercado y asediado por la magnitud de las promesas que ellos mismos pusieron como meta; por supuesto, es muy pronto para hacer un balance, pero parece que la estrategia golpista no era evitar que Bernardo asumiera como Presidente, sino que lo hiciera con las peores condiciones posibles: condicionado por las muchas trampas dejadas a lo largo de la institucionalidad pública, amenazado por las instancias judiciales y políticas que le son adversas, y cuestionado crecientemente por quienes antes eran sus defensores. Bien lo dijo Gustavo Valdés, refiriéndose a Milei en Argentina: «Ganar puede ser fácil, pero gobernar es lo difícil».