LA ENCUESTA DE CID-GALLUP

Luis Fernando Mack

“De acuerdo con expertos CID Gallup, Prodatos, TResearch, Felipe Noguera y Borges & Asociados son las empresas encuestadoras más confiables”. Prensa Comunitaria

Uno de los aspectos más importantes a la hora de confiar en una casa encuestadora es su trayectoria y prestigio, y pese a que a veces las mejores empresas que analizan tendencias pueden equivocarse alguna vez -como ProDatos antes de la primera vuelta electoral-, en general es el pasado y el prestigio acumulado el que pesa a la hora de diferenciar la buena de la mala encuesta electoral. El nombre y la reputación de una empresa es quizá, el mayor bien que cualquier empresario quiere mantener, y por ello, las casas encuestadoras serias no se prestan usualmente a engaños, como las múltiples encuestas falsas que solo usan nombres de empresas patito, cuya finalidad es simplemente engañar a los incautos.

Esta semana ocurrió el mejor ejemplo de esta apuesta por la reputación: el mismo día salió la encuesta de Cid-Gallup, una empresa de más de 40 años con una amplia y reconocida trayectoria en América Latina, encuesta que fue encargada por la Fundación Libertad y Desarrollo, y la encuesta de una empresa denominada INNOVEM, que tiene sede en Honduras, y de cuya trayectoria profesional es mucho menos sólida que la de CID-Gallup: como antecedente, fue INNOVEM quien había previsto el segundo lugar para de Zury Ríos en la primera vuelta. Esta explicación es relevante porque la primera casa encuestadora le da una ventaja considerable de 3 a 1 a Bernardo Arévalo, mientras que la segunda le da una ligera ventaja de 2 a 1 a Sandra Torres; en una evidente guerra de encuestas que puede engañar a quién no sabe diferenciar la paja del trigo.

SI por reputación se trata, me inclino ampliamente por la primera encuesta, la respaldada por Cid-Gallup. Alguien podría decir que es mi percepción y deseo más que mi análisis, pero en eso se equivocan: yo también me debo a mi prestigio y seriedad como analista, y bajo ningún punto de vista apostaría mi sentido profesional por algún candidato presidencial, aún si ese candidato fuera de mi agrado. En el mundo del análisis político, la seriedad y la confiabilidad es el mayor bien, y mi nombre y trayectoria no se negocian. Por supuesto, cada quién es libre de creer en lo que quiera, pero como bien dicen, al final la verdad prevalece, aún en contra de quienes quieran engañar y mentir.

Una ventaja adicional de la encuesta de CID-Gallup, aparte de su solidez y trayectoria, es que aborda una investigación más amplia que la simple medición de intención de voto: pregunta una serie de aspectos que indagan sobre una serie de aspectos de la realidad y sobre el proceso electoral que es relevante entender, ya que el conjunto de los datos y sus respuestas guardan una notable consistencia: la percepción sobre una urgencia de cambio, la imagen negativa de una de las opciones, frente a la frescura y amplia trayectoria de la otra opción, lo cual arroja un cuadro muy consistente de intención de voto. Por supuesto, si se altera un elemento se puede alterar el resto, pero en política usualmente la explicación más simple es la más certera: cuando una opción se eleva en complejidad y articulación, lo más probable es que es falsa, y si la intención de CID-Gallup y quienes pagaron la encuesta era falsear una intención de voto, era mucho más fácil solo centrarse en el aspecto de los porcentajes proyectados de votos, no en el resto de elementos que presenta la Fundación Libertad y Desarrollo. Bajo esa premisa, parece que la primera encuesta es seria (CID-Gallup), y la segunda (Innovem) parece no ser tan certera.

Pero si mis argumentos no le convencen, recurramos a mi argumento que enuncié en primera vuelta: la mejor encuesta es la que se realiza el día de las elecciones, y con esa convicción, no importa que digan Cid-Gallup o Innovem: la decisión en el 20 de agosto es solamente de cada elector frente a su propia conciencia, y cualquier intento de modificar esa decisión debe rechazarse categóricamente. Lo mejor que puede hacer, estimado lector, es no modificar su preferencia en ninguna circunstancia, ni siquiera si percibe que una u otra encuesta da por perdedor a su candidato de su predilección.