LA DIADA IZQUIERDA – DERECHA

Luis Fernando Mack

“La derecha defiende los intereses de los privilegiados, en tanto la izquierda se preocupa por los desamparados.” Mario Augusto Bunge 

Uno de los conceptos más utilizados en el análisis de la realidad es la diferenciación de ideologías, y el espectro más común para diferenciar a unos de otros es la oposición izquierda – derecha, dualidad que tienden a generar una gran confusión semántica, analítica y práctica, debido a que aunque se emplean de forma común en el lenguaje cotidiano, realmente existe muy poca claridad sobre lo que significan realmente en la práctica.

Las definiciones de izquierda y derecha se originaron durante la revolución francesa, y caracterizaban en su momento a la ubicación física de las fuerzas que propugnaban diversas estrategias políticas: los ubicados a la izquierda proponían cambios radicales y revolucionarios, tales como la desaparición del orden monárquico, entendido como concentración del poder, mientras que los ubicados a la derecha eran mucho más conservadores, ya que propugnaban cambios mínimos y graduales que solo incluían una reducción del poder del rey. De esa imagen asambleísta surgió la noción más común de izquierda y derecha: los primeros, los revolucionarios o los que proponen cambios profundos al orden existente, mientras que los segundos, los conservadores que solo cambios mínimos y graduales. El problema de esta primera distinción, sin embargo, es que no capta realmente el significado de ambos conceptos: los partidarios del régimen cubano en este contexto serían de derecha, mientras que los que propondrían un cambio radical, los de izquierda, algo que claramente escandalizaría a cualquier analista de la realidad.

Una segunda afirmación problemática es que tal distinción ya no es válida; que en pleno siglo XXI, hablar del continuo izquierda-derecha ya está desfazado, debido a que en la realidad, ahora prevalece el pragmatismo político que haría que gobiernos de derecha ejecuten políticas de izquierda, y viceversa. Aunque la afirmación parece sugerente, no me parece que sea cierto que las categorías ideológicas clásicas ya no tengan relevancia; más bien, me parece que ese discurso anti-ideológico en realidad es más bien, una forma de confundir, diseñado por los impulsores de políticas de izquierda y/o derecha para esconder sus fines y propósitos.

La clásica definición de Norberto Bobbio ubicaría la esencia de diferenciación izquierda- derecha en el valor último que defienden cada uno: los partidarios de la izquierda privilegian por encima de toda consideración, la posibilidad de que todos los seres humanos sean iguales en derechos, posibilidades y recursos, mientras que los partidarios de la derecha, privilegiarían por encima de todo, la defensa irrestricta de la libertad de los individuos, aspecto que sólo se extendería a los colectivos, entendidos éstos como la suma de las individualidades. Cualquier intento de hablar de ”colectivos” en abstracto, por lo tanto, es erróneo para los partidarios de la ideología de derecha.

Los partidarios de la izquierda usualmente ven con buenos ojos la intervención del Estado para promover medidas redistributivas; desde esa perspectiva, la izquierda tiende pensar en Estados de Bienestar, y en políticas públicas de tipo social que incluso consideran medidas intervencionistas, para que el mercado opere de forma más equitativa. Los partidarios de la derecha, por el contrario, piensan en Estados mínimos, tipo guardián nocturno: su función no sería la de redistribuir, sino solo la de garantizar el cumplimiento de la ley, así como preservación del orden político y social. 

Teniendo en mente esta dualidad igualdad-libertad, es más fácil identificar las posiciones ideológicas y la variedad de matices que implica. Por ejemplo, aparecería una extensa y confusa área que serían las posturas del centro: partidarios de medidas de igualdad y distribución social que garanticen un cambio del modelo económico, pero que operen dentro del marco democrático, de manera que no se violenten las libertades individuales ni se altere la dinámica del libre mercado, por ejemplo; o los defensores de las libertades y derechos de los individuos que aceptan medidas asistenciales que minimicen la brecha entre ricos y pobres, pero que no están pensando realmente en mejorar las oportunidades reales de las mayorías pobres y excluidas.