LA CRISIS DE LA PROFESIÓN SOCIOLÓGICA EN GUATEMALA

Luis Fernando Mack

“Para estar a la altura de los desafíos sociales contemporáneos la sociología guatemalteca debe abandonar la condición espectral que la caracteriza” Andrés Gutiérrez

Desde hace un par de años me ha tocado impartir en el curso “Seminario sobre teorías sociológicas en Guatemala”, el cual corresponde al décimo semestre de la carrera de Sociología en la Universidad de San Carlos de Guatemala. A través de esa responsabilidad institucional, me ha tocado reflexionar desde hace varios años en las dificultades y problemas que enfrenta la carrera de sociología en nuestro país: una tarea conjunta que hemos emprendido con los estudiantes del último año que cursan dicha carrera.

En primer lugar, habría que decir que el primer problema que enfrento al impartir esa materia es que supuestamente debo repasar las teorías sociológicas que se han producido en suelo guatemalteco, y utilizado el concepto que se usa en Wikipedia, dicho término alude a “los constructos teóricos de la sociología y el poder sistematizar los datos obtenidos de observaciones sociológicas”. Por su parte, el sitio web “Economipedia” afirma que “el sociólogo genera respuestas eficaces a los desafíos que han de enfrentar las sociedades contemporáneas, tanto a nivel macro, como de comunidades y organizaciones pequeñas”, en ese sentido, mi tarea sería reconstruir la trayectoria de sociólogos o sociólogas que hayan hecho aportes teóricos y prácticos a la profesión que hayan sido de tal relevancia, que hayan trascendido las aulas universitarias, al punto que sean reconocidas a nivel nacional e internacional como un aporte significativo a la profesión.

Lo que hemos descubierto, sin embargo, es que hay poca teoría sociológica producida desde Guatemala; la mayor parte de lo que se produce aquí es una aplicación de los constructos y teorías que han sido construidos en otras partes del planeta. Una segunda constatación es que, pese a que existen sociólogos y sociólogas destacados en diversos campos, mucho de lo que se ha producido en nuestro país es una suerte de descripción de la realidad que nos rodea, con poco alcance explicativo y con poca capacidad práctica para guiar acciones sociales encaminadas a “superar” los desafíos que enfrentamos como sociedad y como comunidades. Desde esa perspectiva, se aprecia un gran vacío de grandes nombres y aportes, algo que, por cierto, confirma la visión que se tiene desde el exterior sobre el desarrollo de las ciencias sociales en Guatemala.

 Influye indudablemente en este vacío enorme la ausencia marcada de una comunidad de sociólogos y sociólogas que defiendan y construyan teorías en conjunto: la comunidad sociológica está fragmentada, dispersa y muchas veces, completamente enfrentada entre sí. Por ejemplo, cada vez que afirmaba esto de la ausencia de un espíritu de comunidad científica, algunas destacadas sociólogas me contestaban que eso no era problema de ellas: la comunidad de sociólogas, afirmaban, si tienen cierto grado de cohesión y consenso. Pese a que esta es una realidad, lo cierto es que ninguna de esas representantes de las sociólogas tiene cabida en la Escuela de Ciencia Política, lo cual confirma la existencia de una gran diversidad y fragmentación. En general, la afirmación de que vivimos una crisis de la sociología en Guatemala, sigue siendo una dolorosa verdad, en parte debido a que la carrera sigue siendo la que menos estudiantes atrae cada año, lo cual convierte a la carrera en sumamente onerosa: ha habido ocasiones en las que he tenido solamente uno o dos estudiantes por semestre, lo cual hace que haya mas profesores que estudiantes por semestre.

Aunque llevo varios años afirmando y hablando sobre esta inminente crisis, la respuesta de las autoridades de la Escuela de Ciencia Política, dominadas en su mayoría por sociólogos y sociólogas, ha sido la total indiferencia, lo cual confirma el poco espíritu de cuerpo que caracteriza a dicha comunidad científica. Un egresado de la carrera, por eso, afirma con toda propiedad: “En conclusión, (la sociología en Guatemala) debe reinventarse a riesgo de sufrir una clase de crisis que, con certeza, podría implicar su total descomposición” (Andrés Gutiérrez)