HISTORIA DE ASILO DIPLOMÁTICO Y ASALTO EN GUATEMALA

Gabriel Orellana

Cuando en la Asamblea Nacional Constituye se discutió el artículo 27 –rubricado “Derecho de Asilo”—el diputado Jorge Skinner-Klee, haciendo gala de sus conocimientos históricos y jurídicos sobre el tema, realizó una muy amena y profunda exposición sobre el tema, de la cual no me ocuparé en esta oportunidad. Mi interés, en cambio, hoy se limita a la parte histórica y anecdótica –casi que folklórica por lo ameno del relato— sobre algunos casos de violación a residencias diplomáticas ocurridos en Guatemala.

Conviene aclarar que ambos incidentes ocurrieron antes de que se aprobara la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas hecha en Viena el 18 de abril de 1961, aceptada y ratificada por la República de Guatemala mediante Decreto-Ley 103, emitido el cinco de septiembre de 1963.

En cuanto al asilo concierne preciso es recordar que Guatemala forma parte de la Convención sobre Derecho de Asilo suscrita en La Habana el 20 de febrero de 1928, aprobada por Decreto Legislativo 1716, la cual fue complementada por la Convención sobre Asilo Político suscrita en Montevideo el 26 de diciembre de 1931, aprobada por Decreto Legislativo 2068. También es parte de la Convención Sobre Asilo Diplomático firmada el 28 de marzo de 1954 y aprobada por Decreto-Ley 16-83 emitido el 24 de 1983.

Expuso el entonces diputado: «(…) para que vean ustedes que aquí las cosas ocurren, conozco dos casos, y podría citarles hasta los nombres de asaltos a Embajadas en Guatemala, para extraer asilados políticos: En noviembre de 1944, se sacó metido en un costal, sí, señor, en un saco, de la Embajada de El Perú, al señor José Bernabé Linares, que había sido Jefe de la Policía Secreta del General Ubico; y el asunto fue un escándalo internacional.

El gobierno del Perú, protestó airadamente, y, eventualmente, el Gobierno de Guatemala, tuvo que dar disculpas, nunca aceptó que había sido el gobierno, sino unos muchachos revolucionarios, por ahí, que hicieron esa cosa, una noche, con tragos.

Se devolvió a don Bernabé Linares al gobierno del Perú, se le pagaron los platos rotos al Embajador del Perú, porque hubo forzamiento de chapas y algún otro pequeño daño, y, con las disculpas, quedó terminado el asunto, el gobierno de El Perú, tampoco quería armar una cosa grande con esto.

Después, hubo otro caso, la Embajada de Haití, y creo que fue una de las cosas por la que no ha vuelto a haber Embajada de Haití en Guatemala; fue asaltada por un Gobierno, fueron sacados de allí algunos asilados políticos; éste fue un caso aún de más escándalo porque se dijo que hubo soborno al Embajador, que dijo que no iba a estar él, ni la señora, ni la sirvienta, y el chucho de la casa iba a estar dormido, y que no había pena; bueno, el asunto fue de mucho escándalo, pero se logró dar por terminado.» (Diario de las Sesiones de la Asamblea Constituyente, Asamblea Nacional Constituyente, Sesiones Ordinarias, Tomo I, miércoles 9 de enero de 1985, No. 26, páginas 40-41).

Posteriormente, en 1980, cuando ya regía la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, ocurrió el lamentable caso de la Embajada de España, del cual existe abundante literatura.