RETOBO

Oscar Augusto Rivas Sánchez

Recuerdo que cuando el patojo hacía berrinche porque algo no le gustaba o no le daban lo que quería, las abuelitas le decían: “no me hagas el retobo”; en términos parecidos se utilizaba la expresión en las relaciones entre esposos o concubinos. 

Recordar esa expresión me hizo acudir al diccionario y resulta que este, la define como: rezongar, responder, ponerse displicente, en actitud de reserva, rebelarse, enojarse. 

-Si yo ni quería ir a su fiesta, a mí no me gustan esas reuniones…

O como dijo Cantinflas cuando se equivocó de muerto: “de mejores entierros me han sacado….” En nuestra sociedad son muy comunes esas actitudes y normalmente muy mal vistas. La gente dice “mejor se hubiera quedado callado”.

Pero ya ve usted, amigo lector, como nuestras autoridades con muy poco cuidado y peor asesoría, a menudo nos dan espectáculos poco edificantes, que dejan muy mal parado al país. Al final de cuentas, si en lo personal alguien quiere exponerse a que lo vean mal o a quedar mal, es su problema y solo a el le compete, pero cuando se hace como funcionario o en nombre del país, la cosa cambia, porque ir a poner al país en mal predicado o sujeto a la crítica de la mayoría, no es correcto.

El prestigio de un país no se construye con berrinches, se construye con decisiones, conductas, realizaciones y fundamentalmente con verdades. Y si hay asesores que lo ven de otra manera, pobre del asesorado.

Algunos gobiernos (USA y UE, para solo mencionar dos), han puesto en predicado la supuesta democracia y el supuesto estado de derecho que vivimos los guatemaltecos; sin juzgar si tienen o no tienen razón, me parece que saldría mas efectivo y barato, que los gobernantes de turno, adoptaran decisiones que le callaran la boca a la crítica: porque no buscar la forma de integrar correctamente la Corte Suprema de Justicia, en lugar de buscar excusas para mantener la penosa situación en la que nos encontramos; porque no someter a procedimiento criminal a tanto corrupto cabezón, en lugar de estar protegiéndolos con antejuicios, persecución a los fiscales y otras recetas legales; porque no hacer pública la administración del Estado en lugar de mantener en secreto cosas tan trascendentes como la compra de vacunas o la discusión del pacto colectivo del magisterio; y así, decenas de situaciones que con una pequeña carga de moralidad podrían tratarse de mejor forma, evitarían la crítica y abrirían las puertas a las buenas relaciones internacionales.

Entonces no habría necesidad de ir a faltarle el respeto a presidentes de otros países o de gastar en lobistas, que pueden hacer mucho pero no les alcanza para ocultar la realidad. 

Algún día …., algún día …, Guatemala llegará a tener políticos serios, que se aparten del egoísmo y piensen en el país, dejando a un lado la pretensión de esconder la realidad y el desgobierno que vivimos. Mientras tanto, adiós a la inversión extranjera, adiós al empleo, y también adiós a los hermanos que obligados por las pésimas condiciones se ven obligados a huir del país, aun a costa de sus vidas.