¿Qué delirio le hace creer a una persona que por tener dinero las reglas no aplican a él o ella? ¿Qué tipo de delirio experimenta el criminal que exige obediencia de la ley hacia él? ¿Qué mundo unicornio cree el divino vástago que, por su halo dorado, es suficiente para violar la ley? ¿Qué tan enfermo de la cabeza debemos estar para tener el derecho de humillar a otra persona que hace su trabajo?
Latinoamérica sufre de estos delirios y Guatemala supura esa maldad. Desde el norte de México hasta el cono sur es todo más de lo mismo: todo es corrupción y abuso de poder. No hay espacio para una mejor vida, desarrollo y justicia. No hay aspiración de ser una región que inicie un paso al primer mundo porque eso es ideologizar. Hemos llegado al colmo de pintar de rojo el desarrollo. Los políticos se ponen el moño religioso asegurando su temor a esa entidad imaginaria divina mientras piden el perdón antes de llenarse los bolsillos. Dios lo perdona todo, dicen pero, ¿Cuál Dios será ese?
Respetar la justicia, ¿por qué?, Se movilizan en un Audi de modelo reciente para hacer lo que se les da la gana a toda hora. Incluso ser una figura conocida digamos, en el mundo de twitter o la televisión es suficiente defensa para evitar un arresto: “¿Usted no sabe quién soy yo?” preguntan airadas y eso es suficiente para romperle la cara a un policía que solo hace su trabajo.
Las imágenes de los videos tanto de la ex candidata Tilly Bickford apodada “LadyChampurrada” y la ex presentadora de noticias de Guatevisión, Corina García son una muestra de lo descompuesto de este país. La primera con una teatro falso de mujer victimizada, en contra de la razón circulando con placas cubiertas mientras participaba en una raquítica marcha contra el confinamiento. Y la otra, vaya usted a saber, qué desquicio padeció ese día para agredir a una policía de esa manera. Las autoridades informaron que su carro no circulaba ese día y procedieron a imponerle una multa con justa razón. Ese video es más embarazoso que el anterior.
Explicaciones psicológicas para este comportamiento se pueden definir y tratar en un consultorio. Podríamos echarle la culpa al Covid-19 pero causa mucha alarma el nivel de irrespeto y anarquía con que operan sin miedo estos grupúsculos victimizados de derecha sedientos de poder como el caso de Lady Champurrada y el cinismo que expone “La García”.
También causa preocupación que las fuerzas policiales no impongan su autoridad frente a alguien con auto nuevo de marca y los obliguen a agachar la cabeza.
Mientras tanto, en EEUU las fuerzas policiales no piensan ni dos veces sacarle la dentadura a alguien que ose verlos a los ojos. Aunque todavía no hemos llegado a esos niveles de brutalidad, de pronto sucede que, sin razón aparente, un policía mata a Edgar Ic, un repartidor de frutas y verduras que mostró su permiso para transitar.
Estas tragedias solo ocurren en países que con “ríos revueltos a propósito” donde hay intereses primordiales y macabros que se mueve entre cortinas de humo, desinformación, “alegatas” mesiánicas, crimen organizado y élites que operan en total ilegalidad. Todos son fieles creyentes que los demás somos un desperdicio de sociedad que merece ser sometida y un sistema gubernamental a la medida y al servicio de la divinidad política.
Triste lo que quieren hacer con este país este infame grupejo criminal.