INTERIORIDADES DE LA ELECCIÓN DEL RECTOR

Luis Fernando Mack

Con un proceso plagado de irregularidades, Walter Mazariegos pretende ser la máxima autoridad de la USAC.

La rectoría de la única Universidad Pública es un puesto sumamente apetecible: no solo es la máxima autoridad de una institución pública que maneja recursos considerables -para el presupuesto 2022, tiene un monto asignado de Q1 mil 909 millones-, tiene la posibilidad de ubicar representantes en puestos clave del sistema político, además de que permite a quien llegue a ocupar el cargo, de posicionarse de forma personal en el mundo político guatemalteco, tal como demostró fehacientemente Estuardo Gálvez y Murphy Paiz, los dos rectores que antes del proceso, enfrentaban procesos penales en su contra.

La contienda electoral empezó a teñirse desde el momento en que se supo que Walter Mazariegos pretendía llegar a tan importante cargo universitario. Mazariegos es tristemente recordado por la forma en que llegó a la estructura de poder de la USAC: aprovechando la estructura electoral que Mario Alfredo Calderón construyó cuando fue el decano de Humanidades.

A pesar de todo, Mazariegos no le tuvo fácil: en las votaciones, solamente logró obtener 14 cuerpos electorales de 34 en disputa, lo cual no era suficiente para ganar. Por ello, descalificaron por razones procesuales a siete cuerpos electorales de la oposición, con lo cual la mayoría absoluta estaba garantizada. Debido a esta maniobra, diversos actores iniciaron acciones para impedir la consumación de lo que ya se percibía como intento de imponer un fraude, y la primera medida fue tomar las instalaciones del Musac, donde se iba a celebrar la votación. Posteriormente, se desarrolló una auténtica batalla legal, con cerca de 20 recursos legales interpuestos, pero el CSU solamente esperó uno, el que favorecía al candidato Mazariegos. Lo extraño es que mediante un amparo provisional, se pretendió resolver una disputa de fondo, aspecto ya de por si sospechoso. Primera gran anomalía procesual.

Pero si ya las sospechas de fraude estaban suficientemente planteadas, la evidencia demostró que cuando se convocó al segundo intento de elegir rector, en las instalaciones del Parque de la Industria aparecieron hombres encapuchados y fuertemente armados que aparecieron de repente a la par de la Policía Nacional, supuestamente miembros de una compañía de seguridad privada. Lo extraño es que posteriormente, nadie supo decir quién había contratado los servicios de tales personas. La represión de los ciudadanos que intentaban evitar el acto electoral fue la consecuencia directa de tal dispositivo de seguridad. Segunda gran anomalía.

Con tal dispositivo de seguridad, se permitió el ingreso solamente de los electores del candidato oficial, por lo que la votación fue unánime: 72 electores, de 170 posibles, validaron de forma unánime el fraude, lo cual a todas luces era ilegitimo. Por la vía procesal se había excluido la posibilidad de que los representantes de más de la mitad de los electores de la USAC ejercieran su derecho a votar. Recordemos, como dato adicional, que el sistema de votación de la USAC ya de por si excluye a una mayoría no incluida: las escuelas no facultativas, así como los centros universitarios, están excluidos del proceso electoral. Reducir aún más esa endeble representación ya debería ser un factor suficiente para descalificar a Mazariegos. Tercera gran anomalía.

En todo el tiempo en el que he estado en la Universidad, han ocurrido muchas anomalías y procesos abiertamente injustos: la USAC, lamentablemente, ha ido perdiendo su norte desde hace varios años. Las anomalías en la facultad de Humanidades, para poner un ejemplo, es un secreto a voces. Sin embargo, nunca antes había sido testigo de tal cinismo como el que estamos viviendo en la actualidad. Si Walter Mazariegos logra consolidarse en la USAC, la debacle institucional y moral de la Universidad Pública está garantizada.  ¡Que Dios nos agarre confesados!