UN BICENTENARIO DE CORRUPCIÓN IMPUNE

Editorial

Guatemala conmemora este 15 de septiembre 200 años de Independencia Patria, sin embargo, no se tiene ningún motivo para celebrar tal fecha, porque el saqueo y la corrupción han sido parte de esos años, aunque nos independizamos de la escoria española, nos dejaron a las elites depredadoras que han sangrado al pueblo.

El país ha vivido estos 200 años en zozobra entre Gobierno militares y pseudo democráticos, asesinos y genocidas de su propio pueblo, quienes han permitido que las elites corruptas se enriquezcan con los recursos de un pueblo que cada vez se empobrece más, por la falta de oportunidades que le roba la corrupción impune.

¿Entonces qué celebramos? Absolutamente nada, no hay razón ni sentido para celebrar algo que nos ha dañado tanto como guatemaltecos, exclusión y marginación de los pueblos indígenas, racismo y discriminación, eso no se celebra, más bien eso se aborrece.

Desde 1986 cuando por primera vez es electo con el voto popular un Presidente, Guatemala ha vivido 35 años de oscuridad. Desde Vinicio Cerezo hasta Giammattei, los guatemaltecos no han visto la luz al final del túnel, pues son esos Gobiernos los que más han saqueado los recursos del Estado.

Una era “democrática” incapaz de brindarle desarrollo y oportunidades a millones de guatemaltecos que desde hace mucho solo ven posibles sus sueños migrando hacia el norte, donde nada es fácil, pero que con sus remesas mantienen a un país colapsado por la cooptación del Estado, por esas mafias que persisten desde hace 200 años.

Es por eso que nos unimos a las organizaciones que rechazan contundentemente la celebración de un Bicentenario, pues esas celebraciones solo están plagadas del despilfarro de los recursos que bien pueden servir para la atención a la emergencia sanitaria que ha provocado la COVID-19 en nuestro país.

Al 30 de agosto del 2021, las diferentes entidades del Gobierno de Guatemala, habían gastado Q32.1 millones, para la celebración del Bicentenario, un gasto opaco, que servirá solo para darse reconocimientos entre sí.

Esa cantidad hubiera servido para la compra de vacunas contra el COVID-19, para el equipamiento de los hospitales que atienden la pandemia, para el pago de más médicos y enfermeras de primera línea, para insumos o medicamentos que tanta falta hacen en la red hospitalaria del país y no malgastarlos en algo que no hay que celebrar.