LO IMPREDECIBLE Y RETORCIDO DEL PROCESO ELECTORAL 2023

Luis Fernando Mack

“Ojo a las situaciones inesperadas. En ellas se encierran a veces las grandes oportunidades” Joseph Pulitzer

El proceso electoral 2023 ha entrado en su fase final, con las mismas amenazas y limitantes estructurales que antes, pero con aspectos que han profundizado la sensación de incertidumbre y de crisis, lo que ha favorecido la sensación que esta es una elección límite, que obligará de seguro a reformas estructurales profundas: es cada vez más evidente que nuestra democracia, tal como se ha desarrollado en los últimos años, es insostenible, por lo que es seguro que en el nuevo período de gobierno, deberán gestionarse las reformas institucionales necesarias para enderezar el rumbo perdido.

La primera gran incertidumbre es sobre el entorno político circundante: las voces que hablan abiertamente de un fraude han ido creciendo, con lo que ya hay actores que definitivamente no esperan nada bueno del actual proceso electoral. Esta percepción derrotista que compara la Guatemala 2023 con la de 1982 es quizá el mayor peligro, ya que de ahí se deriva la sensación derrotista que predomina en todos los actores proclives al cambio. Pregonar una derrota antes de tiempo me parece una incongruencia realmente peligrosa y absurda, por lo que me niego a aceptar tal extremo, aunque claro está, estoy de acuerdo con que hay factores críticos que hay que ponerle atención.

La segunda gran incertidumbre es quién se alzará con el triunfo electoral, ya que de ello depende el grado de optimismo o de pesimismo con el que analicemos los próximos años: un mal gobierno profundizará todas las tendencias negativas que han prevalecido en los últimos años, por lo que se esperaría otros cuatro años perdidos. Lamentablemente, una vez más los actores progresistas no han estado a la altura de las circunstancias: uno de ellos ha llamado a la desmovilización, demostrando el profundo sectarismo y miopía con el que actúan; los otros tres que corren por la presidencia, lejos de plantear una campaña de altura, han decidido atacarse entre ellos, lo cual termina de fragmentar la oferta progresista, en beneficio de los sectores conservadores de siempre. Con esos actores pro-cambio, difícilmente algún día alcanzaremos un mejor resultado electoral.

La tercera gran incertidumbre es el giro perverso que sigue desarrollándose en los procesos electorales, en la que por un lado los ciudadanos parecen ser poco críticos y pensantes, ya que se dejan seducir por posturas divertidas y absurdas que no tienen una pizca de propuestas serias, mientras que los candidatos se dedican buena parte de la campaña a descalificar al resto, lo cual hace que las campañas se reduzcan a lo cómico, lo absurdo y lo negativo, en la que el ciudadano termina pensando no en lo mejor, sino en lo menos malo. Con ese tipo de campañas electorales, es difícil pensar que algún día nos gobernará algún candidato serio, bien preparado y con propuestas relevantes para empezar a solucionar todos los muchos problemas que nos aquejan.

La última de las incertidumbres ha provenido del sector justicia: la última resolución de la Corte Suprema de Justicia pone en jaque a todo el proceso, ya que ordena la inscripción de un candidato adicional cuando ya la logística del proceso lo hace inviable. De prevalecer esta decisión judicial, se abrirá una brecha peligrosa que pondría en peligro el desarrollo completo del proceso electoral, aspecto que ya desde que se empezó a descalificar candidatos por la vía legal ya se había avizorado. En el futuro, esta permeabilidad del sistema judicial que favorece el uso de las cortes con fines políticos deberá hacer reflexionar profundamente a los operadores de justicia, los cuales siguen contribuyendo a la sensación de crisis que prevalece en el contexto nacional. Indudablemente, este proceso electoral nos ha dejado demasiados interrogantes; ojala el nuevo gobierno tome conciencia de que tales alarmas no deben dejarse de lado, por lo que será indispensable que en algún momento discutamos las grandes reformas estructurales que Guatemala necesita con urgencia.