LA CRISIS DE LA USAC Y LA LÓGICA DEL “SÁLVESE QUIEN PUEDA”

Luis Fernando Mack

“El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son”. Tito Livio

El miedo es un recurso recurrentemente utilizado por los regímenes autoritarios para limitar la acción de los opositores y de los ciudadanos en general; en Guatemala, este recurso ha sido ampliamente utilizado en el pasado, tal como lo documenta Carlos Figueroa Ibarra en su libro #El recurso del miedo”. El gobierno actual, fiel a su naturaleza conservadora, está utilizando ampliamente este mecanismo de control ejecutando una serie de acciones selectivas, pero indicativas de un plan mayor, tal como por ejemplo, han aprendido con toda alevosía y abuso de poder contra el director de El Periódico, José Rubén Zamora; de igual manera han hecho en el pasado reciente las autoridades de facto de la USAC para primero imponer a un rector a todas luces ilegítimo, y luego para amedrentar a profesores, trabajadores y estudiantes que están manteniendo la ocupación digna de las instalaciones de la Universidad, en rechazo a esta aberrante imposición de las máximas autoridades.

Viví de cerca esta lógica del miedo en mi labor como docente de la Escuela de Ciencia Política: en la primera semana, no se presentó ningún estudiante a las sesiones virtuales, por lo que pensé que estaban en la línea de apoyar la suspensión de labores en la USAC. Esta semana, sin embargo, aparecieron todos los 7 estudiantes que tengo asignados, y el razonamiento de ellos era que no podían darse el lujo de perder un año de estudios. Me vi directamente aludido, debido a que yo mismo estaba siguiendo los lineamientos de la Universidad, por lo que había continuado con las actividades administrativas y docentes, en parte, debido a que en la Escuela no existe un claustro de maestros, y la mayoría de los docentes habían simplemente guardado un silencio absoluto al mismo.

El colmo de mi malestar con la Escuela ocurrió esta misma semana: primero, se dio un conato de violento por parte de las autoridades de la USAC por obligar a los estudiantes y trabajadores que mantienen la ocupación del campus central, acción que finalmente fue rechazada por los colectivos que mantienen la resistencia. Ese mismo día, acudí a una asamblea general de la unidad académica, en donde pude presenciar la tibieza con la que la misma ha tomado el asunto del rector: varios representantes de diversos grados de la Escuela asumieron abiertamente una postura en contra del paro, lo cual me pareció comprensible, pero completamente incoherente con la actitud del resto de unidades académicas de la USAC.

La lógica del sistema siempre es dividir y amedrentar, de manera que cada actor o sector, se defienda como pueda, en la consabida pero terrible actitud de “sálvese quien pueda”. Muy diferente ha sido la actitud de diversos profesores y autoridades en otras unidades académicas, que se han visto impulsadas a renunciar, para no ser parte de esta farsa que se llama Universidad. Lamentablemente, lo que presenciamos en la Universidad, es simplemente el reflejo de lo que está ocurriendo a nivel nacional, especialmente con el cada vez más recurrente mecanismo de utilizar los mecanismos legales e institucionales para enviar el mensaje que hay que callar, bajar la cabeza y validar con el silencio, los abusos e injusticias que se cometen diariamente.

En esas circunstancias, ser parte de la Universidad de San Carlos de Guatemala, que en el pasado podía ser visto como un orgullo y una distinción, en la actualidad significa ser parte de una institución que ha perdido su norte y función, ya que ahora la dirigen mercenarios que están dispuestos a venderse al mejor postor, con tal de saciar sus ávidos intereses de poder y riqueza. Bien dice el dicho: la dignidad y los principios no se negocian.