EL ARDUO CAMINO DE REALIZAR EL AMOR

Luis Fernando Mack

«Quererse a uno mismo, despreciando o ignorando a los demás, es presunción y exclusión; querer a los demás, despreciándose uno mismo, es carencia de amor propio“, Walter Riso.

Nuestra sociedad ha heredado muchos mitos que indudablemente siguen causando problemas; uno de ellos es la concepción dominante sobre el amor, tema que acaparó la atención de uno de los teóricos de la sociología menos conocido en Guatemala: hablamos de Niklas Luhmann, sociólogo alemán que nos legó sabias reflexiones desde la teoría de sistemas sociales, que según la perspectiva del autor, se sintetizaban en los procesos comunicativos, al punto que según él, la interacción es 100% comunicativa: premisa 1: «La sociedad es comunicación”, premisa no. 2: “Sólo la comunicación comunica”. Que para el caso que nos ocupa, significa que son las ideas dominantes sobre el amor lo que en la práctica, constituye la experiencia del amor cotidiano.

Confundir amor con pasión, por ejemplo, es uno de los ideas erróneas más difundidas en películas, canciones y en las obras de literatura, expresado en el mito del “amor a primera vista”. Ese tipo de amor es más expresión de una pasión erótica, más que cualquier otra forma de amor. Indudablemente, el amor de pareja contiene pasión, pero no se reduce ni por mucho, solamente a ello. La pasión es unilateral: tomar, nunca dar. Es egoísmo en su máxima expresión.

La comunicación dominante tiene muchas ideas erróneas sobre el amor; por ejemplo, el mito de la «media naranja» que esta amplia y totalmente difundido en los mensajes dominantes de esta época. Dicha creencia errónea se sintetiza en la premisa que sólo eres feliz, si encuentras una pareja estable y duradera. La felicidad, en la auto realización personal, es imposible.

Desmitificar las ideas de amor romántico, por lo tanto, representan toda un esfuerzo cotidiano por desarrollar ideas más sanas y equilibradas sobre la relaciones entre hombres y mujeres, que indudablemente, aún estamos lejos de construir. El primer paso para eso empieza por posicionar la idea que el proceso de amar inicia con la acción de amarse a sí mismo: nadie es capaz de amar al otro, si no se ama a sí mismo. El amor como vaciamiento es el primer mito que hay que eliminar. Por supuesto, el polo opuesto de esta situación de vaciamiento es el opuesto: el buscar que el otro llene mis vacíos y mis necesidades, enfatizando únicamente la relación de dependencia. La idea de “sin ti, no vivo” es el reflejo de esta concepción de amor, entendida como dependencia.

Paradójicamente, no hay mayor relación estable que cuando hay alguien que siempre da, y alguien que pide, típico esquema de las relaciones tradicionales, basadas en la desigualdad entre hombres y mujeres: el hombre, el que manda, la mujer, la que sirve y obedece. La estabilidad en este esquema, por lo tanto, se basa en alguien que siempre cede, y alguien que siempre pide.

En mi experiencia de vida, me he encontrado en dos relaciones de pareja, y por diferentes razones, ambas relaciones terminaron mal. Indudablemente, yo tengo una buena parte de culpa en esta situación, que socialmente es visto como un fracaso. Durante mucho tiempo, sufría en silencio, debido a que no concebía que pudiera ser feliz, si no tenía una pareja estable. Pero he ido aprendiendo que efectivamente, se puede ser feliz cuando se entiende que al primero que debes amar, es a uno mismo. Nadie puede amar, si no se ama a sí mismo primero. Y eso estoy aprendiendo cotidianamente.

Lo ideal es tender puentes entre los diversos tipos de amor: el amor como vaciamiento y el amor como egoísmo, equilibrado en el amor como reciprocidad. Algo que indudablemente, es una tarea ardua y compleja, ya que representa la construcción cotidiana de una relación sana y recíproca. Desde los conceptos de la mitología griega, la trilogía Ágape (vaciamiento), Eros (Egoísmo), deben estabilizarse en una relación más sana y equilibrada. Cuando se equilibran Eros y Filia, surge el tercer tipo de amor: Storge. El amor que implica el compromiso recíproco entre dos.

Moraleja: El amor no se encuentra simplemente, tal como establece el mito del amor a primera vista; tampoco es una realidad inevitable, tal como se piensa cuando se visualiza desde el otro mito, el del amor como «media naranja». El amor implica compromiso, entrega y aceptación mutua, y sobre todo, la voluntad constante de respetar al otro en su individualidad, con todas sus cualidades y defectos. El amor verdadero se construye y se renueva día a día.