Cuando no se sabe a donde ir

Renzo Lautaro Rosal

A un gobierno, como el encabezado por Alejandro Giammattei, caracterizado por la improvisación, la búsqueda incesante de protagonismo e imposiciones, no se le puede pedir, ni por asomo, rasgos de manejo estratégico, visión de Estado, atención a problemas estructurales, ni nada por el estilo. Es el tipo clásico de administradores de contingencias, apaga-fuegos. Pensar en algo distinto, es pérdida de tiempo.

Enfrentar, de primas a primeras, con el manejo de la contingencia del Covid-19, puede ser, para un gobierno de reciente estreno pero con el perfil indicado, una de dos: o su oportunidad para activarse en el terreno, ganar márgenes de maniobra, mostrar cierta eficiencia y proactividad, o bien, su entierro prematuro. En las primeras semanas después de decretado el estado de calamidad, el Presidente y su endeble equipo quisieron ser parte de lo primero. Esas primeras de cambio sólo evidenciaron mayor precariedad en su capacidad de tomar decisiones. Ahora el barco va casi por la libre.

El país se mantiene a flote por lo mínimo. La conducción demostró ser errático en las áreas de mayor visibilidad e importancia. Correctivos se han tomado, pero aún no conocemos si los cambios agregan valor o no. El cambio en la dirección del MSPAS parece ir por un rumbo, al menos, para estabilizar el desastre dejado por el antecesor. La pregunta que flota en el ambiente es, en que consiste la nueva estrategia en materia sanitaria?

En el caso de los programas de la emergencia, a pesar que han sido puestos en marcha, no sabemos con certeza si en realidad están cumpliendo su rol de paliativos, hasta que medida se alcanzan los mínimos de cobertura en términos de beneficiarios y territorialidad. Comienza a aparecer un dato cuestionable: habrán recursos sin ejecutar. Se estará pensando reenfocar esos remanentes para iniciativas que al inicio no se tenían presentes, o se usarán para nuevos focos de opacidad?

Este escenario si ha servido para que los sectores oscuros que tienen preeminencia en el manejo de los entresijos del poder, hagan de las suyas y fortalezcan, en pocos meses, lo que impulsaba con vehemencia desde el gobierno vergonzoso de Morales y compañía. La estrategia del bulldozer ha sido puesta en marcha. Antes era ir por la mayoría; ahora es ir por todo, sin dejar que nada escape al control. Eso implica quitar a cuanta piedra esté en el camino, por grande o pequeña que sea.

Queda por verse qué de toda ese perverso montaje se está diseñando e impulsado desde la propia Presidencia de la República. Ese idea que el enfrentamiento solo es entre la CC y el Congreso, no es creíble. La naturaleza de las crisis político-institucionales radica en el involucramiento, por diseño, del Ejecutivo. Esa pieza forma parte del rompecabezas, siendo en ocasiones el centro. El motor funciona para objetivos propios del régimen de impunidad, poco o nada para lo que interesa a la mayoría de guatemaltecos.

Renzo Lautaro Rosal