Cambios de flipones, cuando recién arranca la travesía

Renzo Lautaro Rosal

Ha quedado en evidencia que el Presidente Giammattei y su equipo de campaña perdieron la oportunidad y desperdiciaron el tiempo del singular período de transición después de la segunda vuelta electoral.  En lugar de armar un buen equipo de gobierno, se dieron a otras tareas. Después de dos meses de gobierno, comenzó a pasar la factura de semejante omisión. Al día de hoy (1 de julio), después de cinco meses y fracción, los cambios son varios. Se han dado cambios en 4 despachos ministeriales (MAGA, MSPAS, MINGOB y MINTRAB), y más de una docena de cambios en Viceministerios.

Esos reajustes, que algunos ven como normales a partir de lo sucedido en los últimos gobiernos, en realidad no lo es. No hemos llegado a los primeros seis meses del gobierno, y los fusibles han sido quemados; unos por clara inexperiencia y mediocridad absoluta, otros porque no los dejaron actuar a la libre.  Es evidente que los niveles de funcionarios donde se han dado los cambios, son precisamente las partes más delgadas del hilo. Autoridades que no dan el Do de pecho, que al poco tiempo de ser probados dejan claro que no tienen remota idea de cómo gestionar las carteras que les han confiado, o bien, que los cargos quedan en medio de choque de intereses. Al menos, en los cambios que se han dado, este último factor aún no es percibido.

Lo interesante de las alternancias, es la llegada de personas que no son cuadros del partido oficial; con lo cual resulta claro que esa organización carece de profesionales son el mínimo perfil para hacer gobierno. Se ha echado mano de cuadros externos, la mayoría con alguna experiencia en la gestión pública y con un perfil positivo, generador de cierta dosis de confianza (al menos temporal).  Al menos en los casos más recientes (Ministerios de Salud Pública y Trabajo), los cambios han sido radicales, cambios de Ministro y totalidad de Viceministros. Eso indica la urgencia de mover el timón en otras direcciones.

Un gabinete variopinto resulta interesante por la combinación de perfiles y porque el pulso de intereses en juego también es diverso; pero al mismo tiempo, es un riesgo: cada Ministro arme su feudo o clan y quiera marcar pautas independientes, sin que haya chance para la articulación. Eso no sería nuevo. En otras administraciones se han dado casos similares, pero al final la ecuación de conjunto no da para ningún lado. En esta ocasión, el principal espacio de diálogo y articulación entre las carteras ministeriales, son los gabinetes (Económico y de Desarrollo Social), ambos para la coordinación del Vicepresidente de la República. Aquí radica el desafío central: hacer converger un conjunto de voces, que en forma separada solo son creadoras de ruidos y quizás alguna que otra pequeña melodía; pero al final lo que interesa impulsar son episodios armónicos de mayor consistencia y duración.

Renzo Lautaro Rosal