ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL PRESUPUESTO 2021

Nineth Montenegro

El 2 de septiembre se entregó al Congreso de la República la herramienta más importante que tiene un país para redistribuir ingresos y trasladarlos para el desarrollo: el Presupuesto Nacional de Ingresos y Egresos de la Nación, efectivamente es el medio por el cual se puede dar vida a políticas, programas y actividades, especialmente de inversión social con el objetivo de ir disminuyendo las profundas asimetrías que cada día son más evidentes en el acceso a elementales aspectos vitales, como educación y salud para la población.

No es de extrañar que casi tres millones de guatemaltecos vivan fuera de Guatemala por esas precarias condiciones de vida de la mayoría, y la ausencia total de Estado en la Guatemala más deprimida, e irónicamente estas personas expulsadas por la pobreza son las que con el sudor de un esfuerzo enorme hoy sostienen, en una buena porción del PIB (12%), la economía del país.

Esto ocurre porque uno de los factores para el avance del país que es el Presupuesto nacional, hace muchos años que ha dejado de cumplir con la función de inversión social correspondiente, lejos de invertir, se ha hecho mal uso del dinero de los guatemaltecos que con sus impuestos le dan vida al mismo y el volumen de gasto ha sido para funcionamiento, es decir, pagos de salarios y administración.

En efecto, el 66% del presupuesto en los últimos cuatro años ha sido para funcionamiento, un 16 a 17% ha sido para inversión social y el resto para el pago de la de la deuda pública. Como vemos, el presupuesto se consume en funcionamiento y es entendible que para hacer funcionar la maquinaria del Estado se requiere personal, sobretodo en el sistema educativo y de salud.

Pero el problema está en que muchos de ellos no están calificados para el cargo, pues no existe la meritocracia, unos van ascendiendo de puesto y salario por pactos colectivos, cuyas condiciones van más allá de las posibilidades económicas del Estado y consumen el 80% de los presupuestos de las instituciones, y otros por ser conocidos o allegados de quien esté de turno en el gobierno. Encima, los gobernantes crean instituciones que no son necesarias y duplican funciones con las ya existentes.

Este año la propuesta de Presupuesto Nacional es de Q99,700 millones; el presupuesto original era de Q87,712 millones, y por la crisis del COVID-19 llegó a ser de Q107,760 millones, pero este último fue excepcional por la pandemia (Q20 mil millones más, por endeudamiento).

Según informó el Ministro de Finanzas, este presupuesto 2021 se dividirá de la siguiente forma: 63.10% funcionamiento, 16.30% pago de la deuda, e inversión 20.60%, esta sería la primera vez en varios años, si se cumple, que tiene una leve mejoría la inversión, alrededor de un 3% más que en años anteriores.

Dada la crisis mundial y la del país la economía se ha debilitado, hubo cierre de negocios y con ello, miles de personas desempleadas, aun así, las autoridades creen que ingresaran al fisco 68% entre ingresos tributarios, donaciones, saldos de caja, etc. A mi parecer, es una visión muy optimista, que por cierto, sigue dependiendo mucho de los ingresos por remesas y de la mejoría económica del país, no se debe olvidar que aún sin una crisis tan grande como la actual, no se ha llegado a la meta de recaudación.

El resto del presupuesto se pretende con más deuda, es decir, alrededor de más de Q32 mil millones (32%), y si la meta de recaudación no se cumple una vez más y se aprueba el presupuesto en esas cantidades, se recurrirá a más deuda de la propuesta.

Ojalá este sea el año en que seriamente se hable de reformas a la ley de servicio civil, se luche internamente por evitar el abuso del uso del dinero público, con sobrevaloraciones en compras y juegue su papel el INE con los precios de referencia, que la ley de competencia sea una realidad, y con mucha responsabilidad se analice este presupuesto porque estamos en el límite con el endeudamiento como país, ¿y al final para qué?, con una precaria ejecución en donde ni las migajas han llegado al verdaderamente pobre.