“No constituye delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, criticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos”, Artículo 35 de la Constitución Política de la República de Guatemala.
Las acciones del Ministerio Público (MP) de Consuelo Porras contra la ciudadanía y en especial de quienes han sido críticos de su administración y solicitaron su renuncia con justa razón, no son más que patadas de ahogado que buscan desestabilizar la democracia guatemalteca.
El continuar con la persecución penal contra el Movimiento Semilla ha significado un desgaste tremendo para el ente investigador y en especial para la figura de la Fiscal General, quien lejos de ser una persona sensata ha actuado de una forma hepática que le hace cosechar más rechazo del que hasta ahora ha acumulado.
Es de suma importancia que la Fiscal General, Consuelo Porras, por la poca dignidad que le queda, tome en serio la petición que la ciudadanía le hace de renunciar y no siga con sus legalismos que tarde o temprano la van a hundir más de lo que está. Es momento de que reflexione y deje el puesto que le quedó grande, no supo estar del lado correcto de la historia que es luchar de la mano con el pueblo y no con los grupos corruptos que hasta ahora se han arropado con el manto de impunidad que les ha regalado.
Consuelo Porras, usted ha perdido toda credibilidad ante el pueblo de Guatemala, ha criminalizado a aquellos que alguna vez fueron la luz y la esperanza del país, y que hoy por esa persecución de venganza, algunos están presos y otros en el exilio, pero recuerde que la verdad no se mata persiguiendo a sus opositores, por eso y tantas cosas más, desde esta tribuna nos unimos al llamado para que renuncie ya.
Como funcionaria no espere ser avergonzada por el presidente electo, Bernardo Arévalo, quien solicitará su renuncia, porque causas sobran.
De la mano de la Fiscal General también deberán renunciar todos aquellos funcionarios de la cúpula que han destruido la institucionalidad del país, entre ellos, el actual jefe de la FECI, Rafael Curruchiche, servil a aquellos que con sed de venganza siguen criminalizando y atacando a los que consideran sus opositores.
La nueva primavera de Guatemala está por construirse y no debe estar al alcance de estructuras criminales que ahora están enquistadas en el actual Ministerio Público. En la persecución penal asignada al ente investigador deben prevalecer los derechos humanos de cualquier sindicado, sin vendetta alguna, sin ilegalidades y sin procesos espurios.
¡Renuncie ya, Consuelo Porras!