LAS GUARDIANAS DEL LAGO: UNA INICIATIVA DE SOCIEDAD CIVIL

Luis Fernando Mack

“Este documental recoge la voz de mujeres y hombres maya Tz’utujil, exponiendo su resistencia y defensa contra la degradación ambiental del territorio y reconociendo la labor de todas las personas que han extraído toneladas de basura de la Abuela Lago”.

Esta semana fui invitado a la presentación de un documental que recoge la experiencia de un grupo de mujeres de San Pedro la Laguna -el colectivo “Tz’ununya”-  que desde hace varios años se han organizado frente al proceso paulatino y sistemático del lago de Atitlán, de manera que han pasado del lamento a la acción: una vez al mes se reúnen en las orillas de este hermoso recurso natural para recoger la basura que se puede encontrar en sus aguas, de manera que de esa manera contribuyen con la preservación de este paisaje natural.

La actitud del colectivo “Tz’ununya” es relevante por varias razones: en primer lugar, han pasado del lamento a acción, de forma que nos están dando el ejemplo de que cuando se desea conseguir algo, es indispensable organizarse, tomar la iniciativa y alzar la voz, especialmente ante la generalizada indiferencia que prevalece en los alrededores: ellas contaban que muchas organizaciones y vecinos simplemente se encogen de hombros, de manera que no adhieren a la acción de estas valientes mujeres.

Una segunda razón para celebrar es que pasaron de la acción local, a la organización nacional: con este documental inician la fase más importante de su lucha: la de alzar la voz más allá de los límites de su municipio, para que la sociedad guatemalteca tome conciencia de que éste es un tema por largos años olvidado y poco discutido, pese a la importancia capital que tiene: estamos hablando del futuro de nuestro país, y de la calidad de vida que podremos tener en el futuro. Para hablar del tema, el moderador, el periodista Haroldo Sánchez comparó lo que sucede con este recurso hídrico con lo que ya los capitalinos conocemos muy bien: la paulatina muerte del lago de Amatitlán, cuyo destino más probable es que en unos años se convierta en un inmenso pantano, como muestra evidente de la falta de previsión que tenemos los guatemaltecos.

La tercera razón es que nos hace volver a enfocarnos en uno de los tantos temas vitales que hemos obviado, enfrascados en las estériles disputas políticas que hemos tenido desde hace décadas. Bien dice el dicho que lo urgente -los escándalos políticos y crisis periódicas que vivimos- nos distrae de abordar los temas prioritarios e importantes que por décadas hemos ignorado. El tratamiento de desechos sólidos es claramente uno de ellos: desde el 2021, el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales emitió el Acuerdo Gubernativo 164-2021, que ordena la clasificación de los residuos sólidos, normativa que prácticamente ha pasado desapercibida, y a la que el actual gobierno no le ha dado la difusión adecuada. El resultado: la normativa no fue puesta en vigencia en el plazo establecido.

Cuando transita por las calles de las ciudades o uno viaja por el país, uno identifica claramente que el tema del tratamiento de desechos no es ni una prioridad, ni siquiera una preocupación de los guatemaltecos: es frecuente que luego de acontecimientos públicos como la reciente celebración de independencia, las calles amanezcan inundadas de basura. Igualmente preocupante, es ver a lo largo de muchas calles y carreteras del país, como las personas frecuentemente tiran la basura donde sea, por lo que muchos sitios naturales padecen de contaminación por desechos sólidos. Guatemala está a años luz de resolver este insidioso complejo problema, por lo que aún tenemos muchos años por delante para concientizar de como estamos arruinando de forma sistemática nuestras posibilidades de futuro.

En la exposición de Nancy González, la coordinadora del Colectivo Comunidad Tz’unun Ya’ se evidencia que ellas están conscientes de que la acción que realizan es insuficiente, debido a la cantidad de basura que ingresa diariamente a la cuenca del lago; además, reconocen que el problema es mucho más complejo, porque hay una desidia ciudadana y gubernamental en torno al tema: desde el ciudadano que tira basura, pasando por los empresarios que no se hacen responsable de los daños que causan sus productos o servicios, sin mencionar a los alcaldes y autoridades del gobierno central que no regulan ni destinan recursos para solucionar el problema, hay una larga lista de responsables que no se han involucrado en el tema. Ojalá que este documental “guardianas del lago” contribuya en el mediano plazo a formar una sólida alianza ciudadana para promover soluciones urgentes al manejo de desechos sólidos en Guatemala.