LAS ELECCIONES NO SON UN RESPIRO

Manolo García
Manolo García

En tanto no haya un personaje honesto, dispuesto a cambiar la agenda de los políticos tradicionales, Guatemala seguirá sumida en una crisis política y los temas de interés nacional y de beneficio para la población continuarán rezagados.

Guatemala entró a un período de crisis permanente desde 2015 cuando salieron del poder Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, acusado de cometer actos de corrupción, y calma no volverá a haber en el país hasta cuando haya un período en el cual se resuelvan los grandes problemas del país: Salud, Educación, Seguridad. De paso, honestidad política, compromiso gubernamental. Pero eso está lejos de verse.

La agenda de los politiqueros tiene mucho qué ver con sus intereses particulares, no con los del país, los cuales se son tan graves y se han acumulado hasta hacer crecer la crisis.

Así, las elecciones no son un respiro, sino un motivo más para generar una nueva etapa de preocupación. Hasta hoy todo ha sido una descripción general la ambición de poder y nadie ha mencionado sus pretensiones de llegar al trono. No hemos visto detalles, y así es difícil valorar.

Si no se rompe con la agenda de la clase política tradicional, en la cual prima la corrupción, Guatemala acrecentará sus problemas. Veo un país en crisis acumulativa, en donde “una bomba de tiempo” ya no cabe.

Hasta cuando haya un político dispuesto a romper con la agenda política tradicional (no lo veo), cuando se pongan sobre la mesa temas como la violencia, el empleo, los recursos naturales, el combate a la desnutrición y no un ambiente que genere conflictividad social, hasta entonces, podría haber una esperanza.

A cambio de eso, vemos como las plataformas politiqueras comienzan a conformarse con especies con demostradas costumbres dañinas al sistema.

Dejemos por un lado a los candidatos presidenciales. Esos no son escoria. Ni siquiera los peores, aún cuando todos tienen algún señalamiento personal, de conducta propia, o por “delitos de sangre”. Preocupa más bien, ver nombres de tal calaña que se proponen como candidatos a diputados al Congreso.

Expresidentes y sus hijos, exdiputados y sus “alis babá”, expresidiarios por corrupción, personajes perseguidos por narcotráfico, congresistas que van por la reelección sin siquiera haber demostrado capacidad, honestidad o idoneidad para el cargo.

Sin con este tipo de “cosas” se piensa renovar el Congreso estamos picinas. Ya suficiente hay con las firmitas anunciadas en todos los partidos. No hay renovación, sino reciclaje porcino, con el perdón de los chicharrones.

Por aparte, ya llevamos casi mil días sin que el Congreso elija nuevos magistrados para la Corte Suprema de Justicia. Ese es el juego de intereses de grupo, de sector, en la conformación de los poderes públicos, en este caso, de la justicia. Pero este es otro tema de análisis.