LA GOBERNANZA CIUDADANA

Luis Fernando Mack

«La pregunta no es quién me va a dejar; es quién va a detenerme.» Ayn Rand

El inicio del nuevo gobierno ha estado plagado de noticias y contradicciones entre un poder que se niega a morir, y uno que empieza a dar los primeros pasos en la senda de la transformación, y como todos saben, justo la etapa de transición entre lo nuevo y lo viejo es la etapa más compleja y difícil de toda sociedad, especialmente cuando llega un gobierno que ha logrado capitalizar la más grande esperanza ciudadana de los últimos 70 años. Apreciar el amanecer de esta nueva era es el primer paso para analizar la coyuntura: siempre que hacía análisis electoral en años pasados, siempre le pedía a mi audiencia que imaginaran que sería vivir con un Gobierno que realmente quisiera estar del lado de las necesidades ciudadanas, e indudablemente, ese lejano e improbable escenario ya es un hecho desde el 14 de enero. Valorar este momento, por tanto, debe ser indispensable antes de hacer análisis de contexto, ya que, si no aprovechamos este momento histórico, seguramente pasarán muchas décadas antes de volver a vivir un momento como este -el pacto de corruptos trabajará desde ya con miras al 2027 para revertir este logro ciudadano del 2023-.

El segundo aspecto por resaltar es que desde sociedad civil ya empiezan a multiplicarse las voces críticas -incluyendo a veces, la mía-. El sentir de muchos actores es que la crítica puede alentar el reflujo autoritario de las fuerzas que siguen trabajando para detener al nuevo gobierno, ya que cuentan a su favor con un poderoso aliado: la Corte de Constitucionalidad, quien se ha convertido en el paraguas protector de la impunidad y la corrupción. Al respecto, pienso que aunque es cierto que una crítica destructiva puede debilitar al nuevo gobierno, me parece que una crítica constructiva debe señalar los fallos operativos y de estrategia que se está delineando desde el gobierno, debido a que en el calor del momento, es difícil tomar decisiones. Desde la lejanía en la que escribo, puedo ver cosas que quizás los actores en primera línea no aprecian, por lo que todo mi esfuerzo será señalar posibles fallos y sugerir correctivos a tales debilidades.

En los próximos días, por ejemplo, seremos testigos de un proceso clave: la elección de gobernadores, funcionarios intermedios en el sistema político guatemalteco que se encargan de operativizar los planes presidenciales, por lo que este proceso representa una prueba de fuego para saber que tan afinado está la coordinación entre sociedad civil y el gobierno: si Bernardo Arévalo elige a gobernadores que representan la vieja política, perderá inmediatamente terreno en el territorio, agudizando desde ya la poca organización partidaria que Semilla ya tenía desde antes. Por el contrario, si elige a personas con voluntad de cambio, podrá empezar a construir salidas alianzas territoriales que le servirán al nuevo gobierno para afianzarse en ese mar de intereses contrapuestos que conviven en el territorio, lo cual podría servir muy bien para empezar a construir una sólida transformación que le dispute hegemonía a los actores corruptos que ahora dominan en el Congreso y en las Municipalidades.

La clave de este proceso, por lo tanto, es el empoderamiento ciudadano: aún con toda la buena voluntad del nuevo gobierno, nadie conoce mejor su realidad que los actores que viven en el territorio, por lo que empoderar a la ciudadanía para que sean ellos quienes comanden el esfuerzo de cambio será un aspecto importante para consolidar esta nueva etapa que apenas empezamos a vivir. La conquista ciudadana de las gobernaciones, por lo tanto, servirá en el futuro para orientar los recursos y las inversiones a los actores que realmente lo necesitan, con lo que se empezará a cumplir las promesas de cambio que el Partido Semilla logró articular durante la campaña electoral, en especial una, aquella que Arévalo expreso durante la segunda vuelta electoral: “Nosotros sabemos que estamos despertando una ilusión, pero somos muy claros alrededor de qué es lo que estamos despertando, fundamentalmente la ilusión de tener autoridades que están al servicio de la población, y eso lo vamos a garantizar nosotros” (Bernardo Arévalo, citado por El Paìs).