Una conferencia de prensa convocada por el MP del viernes 8 de diciembre arremete nuevamente contra el Movimiento Semilla.
Un día después de la manifestación para la defensa de la democracia, encabezada por el binomio presidencial, y luego de un poco más de una semana después de saberse de una sanción ejemplar contra uno de los principales figuras a quienes se les atribuye el intento de golpe de Estado no tradicional que se desarrolla en la actualidad, el Ministerio Público nuevamente arremete contra el partido Movimiento Semilla, aduciendo que las irregularidades que cometió la entidad política, permiten afirmar que dicho partido jamás nació a la vida pública, con lo que la consecuencia directa sería que todo lo actuado por Semilla sería nulo Ipsu jure, lo que significa que no sería el ganador de las elecciones en el 2023. Adicionalmente, se presentan supuestas evidencias sobre financiamiento electoral ilícito, que haría que encajara perfectamente dentro de la categoría de organización criminal.
En otro contexto político, tales afirmaciones quizá hubieran sido creíbles, debido a que ambos aspectos encajan perfectamente bien dentro de lo que se sabe, son los vicios principales de todo el sistema político guatemalteco. El que la investigación salga ocho años después de lo que se argumenta es el primer signo de anomalía; el que el MP se centre con tanta diligencia contra el Movimiento Semilla, sin investigar a fondo otros partidos que tienen denuncias similares, es la segunda anomalía política. Por último, el que esta investigación se active justo después de que dicho partido sea protagonista de las elecciones 2023, es la gota que derramó el vaso: todo este esfuerzo es claramente un intento por deslegitimar lo que se percibe, es una amenaza a los intereses dominantes de quienes se niegan a abandonar el poder.
La tensión política ha ido creciendo conforme pasa el tiempo, lo que augura que estamos muy cerca de un desenlace cardíaco: si antes, existía la posibilidad de negociación y de establecer un pacto de gobernabilidad, en la práctica ya no hay posibilidad de puntos medios: o triunfan los intentos de golpe, encabezados por los fiscales del MP, o prevalece la democracia, y se instala el nuevo gobierno electo popularmente. Es el enfrentamiento entre dos fuerzas que no quieren ceder en sus objetivos, por lo que se intuye que vendrán momentos de mucha incertidumbre, que podrían concluir de cualquier forma posible. La posibilidad de predecir hoy es completamente imposible.
Lamentablemente, la crisis ha terminado de derribar los pocos cimientos judiciales y políticos que aún estaban en pie en Guatemala. Cualquiera que triunfe en esta coyuntura, heredará un país enfrentado, con una debilidad extrema de las instituciones públicas, y con un Estado de Derecho prácticamente corroído y en ruinas. La necesidad de refundar las instituciones públicas, y la reconstrucción desde los cimientos del sistema político guatemalteco, será una necesidad urgente, especialmente si se tiene en mente que ya la ciudadanía no confía en las instancias legales y judiciales vigentes.
Vivimos horas complejas, que requerirán probablemente de la serenidad y la astucia de todos los actores que defienden la democracia. La amenaza golpista es hoy más fuerte que nunca.