EL JUICIO A DONALD TRUMP Y LA PERCEPCIÓN DE UN SISTEMA ROTO

Luis Fernando Mack

Desde 2016, el sentimiento de sistema roto ha ganado más terreno en Japón, Sudáfrica, Suecia, Estados Unidos y Argentina (Ipsos)

El día 30 de mayo, en una histórica resolución de un jurado conformado por siete hombres y cinco mujeres que residen en Nueva York, se decidió declarar culpable al expresidente Donald Trump por 34 cargos, lo que lo convierte en el primer presidente de Estados Unidos condenado en un juicio penal, algo que genera complicaciones enormes para el sistema político norteamericano. Para entender el dilema que los estadounidenses enfrentan, hay que recordar que este año se celebran en ese país las elecciones presidenciales, teniendo al ahora condenado expresidente Trump como un favorito por muchas encuestas de opinión frente a su opositor, el actual presidente Joe Biden. Pese a la condena judicial, Trump no tiene ningún impedimento para postularse como candidato, e incluso si fuera sentenciado a cumplir su condena en prisión, Trump podría competir en la elección y eventualmente ganar la presidencia, lo que determinaría que gobernaría desde la cárcel. 

Para el sistema político norteamericano, esa posibilidad de que haya un presidente en funciones gobernando el país más poderoso del mundo desde la cárcel es un posibilidad que ya tiene a muchos preocupados, debido a que ni siquiera la mente más audaz e imaginativa jamás hubiera pensado que esta situación fuera tan real y factible. En dos ocasiones anteriores, ya habían ocurrido dos situaciones remotamente parecidas, la primera fue cuando en 1920, el líder socialista Eugene Devs, que se identificaba como el “prisionero 9653”, compitió para la presidencia de Estados Unidos, pero obtuvo apenas un 3.5% de los votos. Una situación parecida ocurrió setenta años después cuando Lyndon H. LaRouche Jr., quién había sido declarado culpable por evasión fiscal y fraude postal, se postuló en las elecciones legislativas de 1990 y las presidenciales de 1992, sin alcanzar su objetivo de ser electo. Trump, por el contrario, es el primer aspirante presidencial que tiene verdaderas posibilidades de ser electo. 

La pregunta fundamental en este caso sería: ¿Por qué un candidato convicto tiene tantas posibilidades de ser electo? ¿Qué impulsa a sus votantes a mantenerse fieles a su candidatura, aún cuando haya sido probado fehacientemente que ha cometido delitos graves relacionados con falsificación de registros comerciales? Eso sin contar, por supuesto, el resto de acusaciones que Trump aún mantiene abiertos en otros tres juicios pendientes, incluyendo la acusación más grave, que refiere al intento de revertir los resultados electorales de 2020.

La respuesta es que existe un número creciente de ciudadanos en el mundo que creen que el sistema está roto, debido a que actúa de forma “amañada” para favorecer a los ricos y poderosos, que en este caso, sería quienes intentan limitar la posibilidad de que Trump vuelva a ejercer la presidencia de Estados Unidos. La investigación de IPSOS demuestra que en 2024, un 60% de ciudadanos estadounidenses piensan que el sistema está roto, lo cual indudablemente impulsa de forma constante su popularidad: “Trump captura el espíritu de la época prevaleciente como el campeón de un país roto» (Ipsos).

La implicación del creciente sentimiento de que el sistema no funciona adecuadamente y que no protege los intereses de la mayoría es algo que también se puede identificar en el caso de Guatemala, aunque no haya datos disponibles al respecto para nuestro país. Por el contrario, Ipsos ha demostrado que América Latina es una de las regiones donde más afloran los sentimientos antisistema, lo que quizás explica también los múltiples casos de candidatos populistas y autoritarios que surgen de forma periódica en nuestros países. Por ejemplo, para nadie es un secreto que el escenario del 2027, si se mantiene lo ocurrido en 2023, lo más probable es que tengamos una segunda vuelta electoral entre Sandra Torres y Carlos Pineda, ambos probablemente impulsados por ese sentimiento de que el sistema está roto, lo cual indudablemente presenta consecuencias dramáticas: ¿podremos revertir el sentimiento de injusticia que prevalece en nuestros países?