DE POLÍTICOS Y DESENCANTOS

Manolo García
Manolo García

Ya vemos a políticos y politiqueros de todas las magnitudes desfilar por las pasarelas sociales con el solo fin de promoverse para las futuras elecciones generales a convocarse por el Tribunal Supremo Electral (TSE) la segunda quincena de enero 2023.

Desde derechistas conservadores hasta derechistas recalcitrantes van fijando sus posturas, ahora con mensajes populistas que bien convencen a incautos ciudadanos carentes de memoria histórica, como lo mismo ocurre con representantes de la izquierda moderada o con los “progress”, muchos de ellos resucitados de agrupaciones políticas que mucho daño hicieron a la sociedad cuando gobernaron.

Hay una competencia en discursos sociales, pintados de realidades a conveniencia, los cuales rayan en el estilo de campaña anticipada, algunas de estas sólo señaladas en ocasiones especiales y con particulares dedicatorias por las autoridades electorales.

Todos se visten de primera communión y atacan sutilmente a sus compañeros de antaño, con quienes han roto relaciones en público, pues, porque sus intereses particulares, personales o de grupo, ya no tienen razón de ser, de acuerdo con la coyuntura.

Entretanto, asuntos relacionados con la pobreza o pobreza extrema, con la desnutrición o falta de acceso a la salud o a la educación; así como a la carencia de empleos, entre otros, se conversan en pasillos casi secretos para no comprometerse abiertamente.

Estos últimos tres años del gobierno de Alejandro Giammattei nos ha dejado muchas enseñanzas poco halagadoras, afianzadas incluso, tras el desgobierno de Jimmy Morales (2016-2020), la corrupción del Partido Patriota (2012-2015), los pocos atinos de la Unidad Nacional de la Esperanza (2008- 2012), la Gran Alianza Nacional (2004-2008), el Frente Republicano Guatemalteco (2000- 2004) y el Partido de Avanzada Nacional (1996-2000), solo para citar una época política nefasta.

Pero el guatemalteco común y corriente no entiende. Uno porque la población es muy joven y no vivió, no se recuerda de cada nefasto gobierno, que siempre termina siendo calificado como “el más corrupto de la historia”, o bien porque la dinámica social ha cambiado y se le presta mayor atención a cómo sacar beneficios de una jornada política, más que a resolver los problemas ingentes de la nación.

De ahí que los políticos de siempre continuen vigentes con sus mismos intereses aunque cambien de bandera y colores como el camaleón.

Ojalá un día llegue el momento en que la sociedad despierte y haga eco de los reclamos sobre ofrecimientos polpulares efectuados por años por la clase política que no ha dejado de ser marruyera.