La detención, procesamiento y prisión preventiva de Claudia González debe quedar en la historia como una ignominia. Platón decía: “la obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo”. Y eso es justamente este caso.
En la última columna analicé los hechos por los cuales fue acusada la magistrada Blanca Stalling y la manera alrevesada como funcionó el sistema de justicia.
Hoy voy a referirme a los disparates que sirvieron al sancionado juez Jimmi Bremmer para procesar y encarcelar a la abogada.
Primero, la procesaron por un delito “subsidiario”, abuso de autoridad, el cual es aplicable a cualquier funcionario público y ella, como representante de la CICIG, no ejerció funciones públicas.
Con mala fe, el juzgador explicó que la función pública de Claudia es coherente con una de las definiciones que brinda la Convención de las Naciones Unidas Contra la Corrupción acerca funcionarios de organismos públicos internacionales.
Dicha convención resalta que sus definiciones son útiles para la comprensión, mas no deben interpretarse para efectos de incriminación.
Y menos cuando el concepto aplicado no es coherente con la conducta delictiva ni con las definiciones que del Código Penal.
La nueva corriente de los jueces que criminalizan trae consigo nuevos motivos para dictar prisión preventiva contra los operadores de justicia ilegítimamente perseguidos.
En el caso de Claudia González, uno de los motivos para privarla de libertad, fue la comparecencia de uno de los abogados en el programa radial “Con Criterio”, o un tuit que publiqué donde hacía ver los errores ortográficos de una resolución emitida por el juzgador, la cual fue conocida públicamente.
La sensibilidad a la crítica por los abusos que cometen es el nuevo motivo para dictar prisión preventiva. Aunque esa supuesta susceptibilidad, es una apariencia, pues los razonamientos utilizados más allá de antijurídicos, tienen intenciones claras.
Entre esos propósitos están dejar indefensos a los perseguidos ilegítimamente, porque es conocido que la valiente Claudia Gonzalez defiende a por lo menos 12 de nosotros.
Otra de las intenciones, es dejarnos sin representación legal en Guatemala, porque ella también es mandataria de algunos de quienes hemos debido salir del país.
A esto suma, al deseo de venganza, porque la labor que desempeñó la abogada González en representación de la CICIG, fue sobresaliente, como lo ha sido el ejercicio de la defensa en casos de criminalización y su voz es respetada en el país.
En el depreciado gremio de abogados al que pertenezco, existen figuras excepcionales como la de Claudia González, a quien también vale realizar por estos días un justo homenaje, ante la reciente conmemoración del día de los abogados.
Debe saberse que la fecha en que se celebra en Guatemala, tiene raíces religiosas católicas, por la festividad de Nuestra Señora de las Mercedes, dedicada a la redención de los cautivos.
Más aun, en estos tiempos de criterios jurídicos absurdos, en los que los cautivos son los justos y son los malandros quienes aplican las leyes. Y no para hacer parecer como justo sus actos de injusticia.