BEBÉ RENO: EL RETRATO DE UNA OBSESIÓN

Allan Martínez
Allan Martínez

El nuevo lanzamiento de Netflix, Bebe Reno, es la miniserie que ha generado mucho impacto en su audiencia. Es, sin duda, uno de los estrenos más controversiales de la plataforma en cuanto a una historia basada en hechos reales. No es una comedia aunque lo anuncie, es un drama de altos quilates.

Los comienzos siempre son prometedores para aquellas personas que tiene una aspiración hasta que la realidad deja caer el velo. Esto le pasa a nuestro protagonista Donny Dunn quien aspira a ser comediante y para cumplir su sueño se muda a Londres.

Dunn tiene que pagar las cuentas y para sobrevivir trabaja en un bar. Un día aparece una chica, Martha, quien llega a tomar un trago. Donny le ofrece un té. Es aquí cuando empieza una relación cordial hasta que Martha crea en su mente una especie de fascinación que se vuelca hacia el horror.

La historia de acoso y obsesión no acaba ahí. Dunn también busca su éxito profesional y conoce a Darrien O’Connor, un productor de TV, quien le da algunos consejos para mejorar su acto. Luego de entablar una amistad Darrien lo invita a escribir guiones juntos en su apartamento. El alcohol y las drogas forman parte de la convivencia y entre los desmayos a causa de los excesos, Donny se da cuenta que es víctima de abuso sexual. Sin embargo, pueden más sus ganas de éxito y luego de asquearse abre la puerta a su propia autodestrucción.

Mientras esto sucede el matrimonio de Donny se derrumba y su esposa lo abandona. Su suegra acepta que él se quede viviendo con ella, con la única condición de no crear escándalo o incomodarla con alguna situación pero, como es de esperarse, vendrán cosas peores.

Las violaciones dejan a nuestro protagonista sexualmente confundido. Es entonces cuando Donny conoce Teri una chica transexual con la que intenta tener una relación amorosa.

La ternura del Reno

Pocas series nos congelan el alma. Bebé Reno se mueve por emociones y situaciones extremas. De lo patético a la ternura, de la violencia a la locura y de lo asqueroso al horror. Cada capítulo lo inverosímil de las situaciones que atravesó Donny. Es decir, se tiene alguna expectativa de que algo malo va a suceder pero esa inquietud es rebasada por mucho al dejarnos sin aliento y maniatados. De pronto, hasta nos enfada.

El acoso y abuso psicológico y sexual puede sufrirlo cualquiera, como bien lo explica el escritor de la serie Richard Gadd quien tiene el papel de Donny Dunn. Gadd, que atravesó esta situación, también aborda el trauma psicológico que le causó la experiencia y sobre todo lo confuso que es padecer una enfermedad mental sin saberlo.

La resolución de la serie es tan confusa como cada uno de los capítulos. La baja autoestima le pasa factura a Donny luego de recordar los abusos que recibió. Si bien es cierto que sus abusadores lo veían como un Bebé Reno o un ser que “les provocó mucha ternura”, para Donny fue muy importante la protección y validez que recibió de ellos. Sin embargo, Donny no sabe distinguir las dinámicas disfuncionales de la que es prisionero y eso lo hace volver a buscar validación y respeto en aquella maldad.

Casi olvido mencionar que podríamos hacer una serie sobre lo inútil que son las autoridades policiales en el manejo del acoso y los delitos sexuales porque la apatía con que resuelven la denuncia es básicamente echarle la culpa a la víctima.

Bebé Reno te deja enganchado y con mucha ansiedad. El frenesí emocional con el que nos aprisiona durante los 7 episodios, es grande. Recuerdo otras series con la misma temática como YOU y películas como Misery o The Fan que en comparación, se quedan cortos. No por ello son menos importantes pero lo que pasa con Reno es que no se queda con nada.

Hace mucho que no me emocionaba con una serie tan terrible y tan bien lograda como Bebé Reno. Netflix apostó por una historia brutal que expone la crueldad y la maldad del ser humano en sus peores y mejores condiciones. Tan contradictoria y tan perversa. Debemos de revisar lo más pronto posible nuestra salud mental y denunciar a todos esos malditos abusadores.