HUELE MAL

Oscar Augusto Rivas Sánchez

Un vehículo pesado arruino el puente que lleva el nombre del mártir ADOLFO MIJANGOS LOPEZ, nuestro querido maestro y amigo FITO, cruelmente asesinado por “los de siempre”, cuando se conducía en su silla de ruedas. El puente está seriamente dañado, se habla de demolerlo y construir uno nuevo.

La semana pasada, el alcalde de la ciudad anunció que el puente estaba irremediablemente perdido y que se debía construir uno nuevo. Hasta ese momento, salvo el daño a los usuarios, vamos bien; fue un percance imponderable con grandes consecuencias.

Lo que a todos nos llama la atención es que dos o tres días después, la municipalidad anunció que ya encontró la empresa que construirá el nuevo puente; y de manera que tampoco recuerdo haber oído con anterioridad, por lo menos en su magnitud, la municipalidad no tendrá que pagar por la obra porque la mencionada empresa, se ha comprometido a construir el puente  a cambio de una concesión de terrenos municipales por CINCUENTA AÑOS, en la que  se propone construir una carretera de pago entre tres o cuatro municipios vecinos al nuestro.

Lo anterior, mas que oler mal, apesta:

  1. Quien sería el genio que en unas pocas horas -según lo que se nos ha dicho no serían más de 36- pudo hacer el diseño del nuevo puente, calcular su estructura, proyectar los costos y el tiempo de construcción, estimar los pros y contras que puede originar la obra y tantas otras cosas más que deben conocerse antes de asumir un compromiso de tal naturaleza ¿o ya todo estaba hecho y solo faltaba darnos la noticia? Nunca   había visto tanta agilidad comercial y contractual.
  1. Hubo otro genio que en el mismo tiempo, pudo diseñar una carretera de pago, obtener permisos, licencias, hacer planos, calcular costos y fundamentalmente estimar los beneficios que durante cincuenta años recibirá, para así saber que al construir el puente, sus ganancias no tendrán mayor merma. De nuevo, nunca vista tanta capacidad, o “ya estaba fríamente calculado”.
  1. Hubo alguien más, seguramente un funcionario municipal que no solo examinó y aprobó los cálculos anteriores, sino que generó las condiciones del contrato, pidió dictámenes y olvidándose de la Ley de Contrataciones y del cuidado que se debe tener con el uso de los bienes públicos, ya acordó dar la concesión para el generoso proyecto. Algo así como “aquí mando yo y ya tomé la mejor decisión”.

Los resultados serán variados: Los vecinos de Guatemala tendremos que soportar la concesión de nuestros terrenos por 50 años, con la ventaja de no saber que terrenos son; los vecinos de la zona 2 tendrán el puente que necesitan, así como van las cosas, en asunto de días, no de meses; posiblemente los municipios quedaran mejor comunicados; la empresa obtendrá grandes ganancias durante cincuenta años, y quien sabe si no, los nietos de algunos funcionarios municipales gozarán los beneficios de la concesión, pasando a mejor vida.

Si a lo anterior agregamos aquello de “piensa mal y acertarás”, más hedentina no puede haber.