¿PORQUÉ A ESCONDIDAS?

Oscar Augusto Rivas Sánchez

La cosa pública, DEBE SER PUBLICA; la justicia publica, DEBE SER PUBLICA. Parecieran Perogrulladas, pero en Guatemala hay que repetirlas mil veces, por culpa del vicio que han adquirido los gobernantes, de hacer todo a escondidas, bajo la mesa, en secreto, de manera que nadie se entere.

Uno de los grandes pecados que le vieron a la CICIG fueron las conferencias de prensa, en las que explicaban la razón de sus actuaciones; se buscaba hacer público lo que debía ser público; pero ante semejante pecado ahora TODO QUEDA EN RESERVA y la pregunta es: ¿Qué será mejor para la sociedad, conocer lo que está pasando o ignorarlo? De lo poco que se de Derecho Penal, entiendo que el Proceso Penal debe ser público, que la publicidad es uno de sus requisitos de validez; hay excepciones: la intimidad de una mujer, peligro para la comprobación de la verdad, y alguna otra situación muy especial, deben estar bajo reserva; pero en la actualidad la excepción es la regla y todo está bajo reserva. Naturalmente me refiero a aquellos procesos en los que lo que se discuten asuntos que involucran a servidores públicos, no me vayan a decir que los procesos contra mareros y cristaleros se tramitan sin reserva, porque esa sería una pobre justificación para una práctica abusiva e ilegal. Y algo peor, algunos asuntos bajo reserva, son conocidos y divulgados por entidades que nada tienen que ver, pero que si tienen acceso a la información y la divulgan, en ocasiones, con increíble anticipación.

Si se cometieron errores, equivocaciones o delitos en el ámbito electoral, la sociedad no puede saber de qué se trata, porque las autoridades electorales lo tienen en secreto -reserva dicen-; discuten un Pacto Colectivo de Condiciones de Trabajo y lo hacen en secreto.  Compran vacunas y la sociedad no puede conocer el contrato, que sus empleados, servidores públicos, firmaron comprometiendo fondos públicos.

Ahora todo TIENE RESERVA, cuidadito con divulgarlo, como si se tratara de secreto de confesión o profesional.

Y se volvió moda, ahora en la Tricentenaria Universidad de San Carlos, mi Alma Mater, no se pueden divulgar las votaciones en el Consejo Superior Universitario. Mas despropósito no puede haber, si lo que trata el consejo por definición es académico o de orden administrativo, aun cuando en ocasiones también puede ser de índole política. Quizá estoy muy equivocado, pero los universitarios tenemos el derecho de conocer cómo actúan y como toman sus decisiones quienes gobiernan a la Universidad, que no es una entidad privada y que se sostiene con las contribuciones de todos los guatemaltecos. Pero de que estoy hablando, preocupado por la publicidad en el Consejo, cuando el N0MBRAMIENTO DE INTERVENTOR se hizo a puerta cerrada, con protección de la fuerza pública y de enmascarados con armas de grueso calibre. Si resucitaran ilustres como Carlos Martínez Duran, Jorge Arias de Blois o Rafael Cuevas del Cid, tardarían muy pocos minutos en volver a morirse, esta vez, del coraje y la tristeza de lo que se vive en su Universidad.