PATRIA: HACIA EL ABRAZO DOLOROSO

Siguiendo con estreno de películas con tinte político ahora es el turno de una serie española estrenada el pasado fin de semana. Desde que pude ver el avance de la serie Patria, por el canal de cable HBO, me recordé lo duro que fue la violencia que provocó la organización terrorista vasca ETA en España.

Recuerdo varios atentados como por ejemplo el del aeropuerto de Barajas en el 2006 donde las estructuras fueron reducidas a escombros. Me acuerdo de varios secuestros uno muy particular, el del concejal Miguel Ángel Blanco en 1997 para realizar un intercambio de cabecillas de ETA. Ante la negativa fue asesinado con dos balazos en la cabeza. Increíblemente sobrevivió y falleció varios días después. Ese crimen fue el inicio de una ofensiva gubernamental y social contra la célula terrorista.

Patria es una serie de 8 capítulos que aspira a ser un trabajo artístico de memoria histórica y reconciliación entre la sociedad española. ETA, que se retiró en 2011 en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, y aún es tema sensible en el imaginario colectivo por el daño que provocó en la población civil. La serie busca que con las historias que aquí se retratan se encause a un abrazo doloroso y necesario que dignifique a las víctimas y a la sociedad.

La serie está basada en la novela del mismo nombre escrita por Fernando Aramburu. La historia abarca desde los años 80 hasta el 2011 donde ETA cometió 850 asesinatos en nombre de la lucha independentista.

Como ya mencionamos la trama se enfoca en una sociedad que sufre el conflicto de maneras diferentes. Conocemos la historia de dos mujeres, cabezas de familia, una donde el esposo es asesinado al no cumplir con la extorsión monetaria de ETA y la otra, un hijo que se une a la célula terrorista, y el drama que conlleva su captura, juicio y condena de por vida.

Es gratificante saber que España busca por medio del arte y la cultura levantar un espejo para reflejarse, reflexionar, hablar y reconciliarse porque les importa mucho conocer la verdad y sobre todo, sanas sus heridas.

Si movemos esta conversación al tercermundismo, digamos Guatemala, nuestra sociedad busca esconder toda la verdad sobre el conflicto armado interno y acusar de traición a Guatemala especialmente a las víctimas. Genocidio es una palabra impensable que da pavor reconocer en una sociedad altamente militarizada, esto porque si se acepta que lo hubo, todo el andamio heroico que representa la institución, se derrumbaría como casa de naipes. Esta negación, pese a que hay pruebas fehacientes, es la que impide la construcción de un mejor país.

Los defensores del conflicto armado han intentado por todos medios represivos y criminales, reescribir la cruel e inhumana historia de Guatemala. Aún hoy, la sensación de vivir en un país como este es que permanecemos secuestrados. Era muy común en otros años ver como asesinaban a grandes líderes humanistas. Hoy, las personas que luchan por un mundo mejor son exiliadas, perseguidas y humilladas por un sistema corrompido el cual está amparado por el sistema de justicia.

De pronto uno escucha a una diputada guatemalteca de extrema derecha, y si no lo es lo parece, que quiere prohibir al sistema educativo enseñar sobre el conflicto armado interno y la educación sexual para apostar por una ignorancia anestésica como solución final. Al levantar la mirada a otros países conmueve saber que otras sociedades han tomado el camino difícil, duro y moralmente correcto, que significa el reconocimiento, la reconciliación y dignificación de las víctimas por la violencia.

España va en camino a una sanación social y esta serie busca abrir puentes de comunicación entre las víctimas dándole la espalda a los gobiernos y a la organización terrorista para hacer del perdón un encuentro más orgánico y sincero. Porque somos nosotros, las sociedades que habitamos estos países, los que tenemos en nuestras manos unificar nuestros destinos.

Hágase un favor vea Patria no para buscar culpables, para reencontrarse con su sensibilidad y que ello despierte su humanidad y así, de una vez por todas y con el ejemplo del otro, cambiemos nuestro país.