NOSTALGIA

Oscar Augusto Rivas Sánchez

Fuimos con Sofía, la mayorcita de mis lindas nietas, a ver el partido de softbol en el que, dentro del Campeonato Panamericano femenino, se suponía que el equipo de Guatemala jugaría contra el seleccionado mexicano. Había bonita concurrencia y estaban las banderas de los países participantes, pero me llamó la atención que no estaba la nuestra. Luego salieron al campo los equipos, el de México y otro vestido de negro, no con los colores nacionales. Entonces supe que las chicas de Guatemala no podían jugar bajo ese nombre, que por eso no estaba la bandera de Guatemala y que tampoco escucharíamos nuestro himno, sino el de la Federación Internacional (WBSC). La explicación fue muy sencilla: Guatemala está excluida del deporte y sus atletas, si quieren participar, solo lo pueden hacer vestidos de negro y bajo la bandera mencionada. NADA DE GUATEMALA.

Después de muchos años de disfrutar los éxitos y sufrir los fracasos del deporte nacional, hemos llegado al colmo. YA NO EXISTE GUATEMALA. Mi nostalgia creció cuando Sofí, inocentemente pregunto si se podía gritar “Vamos Guate” o había que gritar “vamos WS”.

Las peloteras guatemaltecas se prepararon, esforzaron e ilusionaron, como pasa con todos los deportistas, para representar a su país. Pero no lo pudieron hacer, porque Guatemala, como en otros temas, está viviendo fuera del mundo, fuera de la sociedad internacional.

Señalar quienes son los culpables resulta fácil: dirigentes que hacen del deporte su fuente de ingresos y negocios, viendo de menos a los deportistas; un grupo político que no satisfecho con tener el control del ejecutivo, legislativo, judicial, Ministerio Público, Universidad Nacional (antes autónoma), Contraloría General de Cuentas, la mayoría de las municipalidades y otros entes más, dispuso adueñarse del deporte olímpico; y también una Corte de Constitucionalidad, que no es capaz de ver las consecuencias de sus actos, obnubilada por órdenes corruptas.

Las cosas se deben decir con claridad: Guatemala no está obligada a pertenecer al Comité Olímpico Internacional, tampoco está obligada a enviar competidores a las justas internacionales. Entonces que la dirigencia, los políticos y las cortes digan eso, “Guatemala no va a participar o no queremos que participe”, “Guatemala ni tiene ni necesita deporte olímpico”, total, como amos y señores del país lo pueden hacer, mas no lo hacen, porque desaparecería el tema del deporte, cuyo presupuesto es la gran tentación.

Ahora bien, como dice el viejo bolero ¿En qué quedamos por fin? No más deportistas, no más competiciones, nada de pretender medallas, que los deportistas se dediquen a otra cosa; que los padres de familia no le inculquen la práctica deportiva ni el amor por sus colores a sus hijos; muy triste y lamentable, pero si así nos tocó no nos queda otra.  En esta situación, ya no se necesitan los dirigentes y mucho menos el presupuesto, que podrá ser empleado en otras cosas, pues cualquier centavo del presupuesto que se gaste en esa vía, a más de ilegal puede llegar a ser delictivo, naturalmente, siempre que regrese la CICIG.

Al ciudadano común solo le queda dar cumplidas gracias a la dirigencia deportiva, al pacto de corruptos y a la Corte de Constitucionalidad. Los niños y la juventud que se aguanten.