ME ENSEÑARON MAL

Oscar Augusto Rivas Sánchez

Tuve como profesores de derecho a los más grandes juristas del país. Me dio clases la materia gris del derecho, un solo nombre sería suficiente como ejemplo, pero fueron muchos.

No obstante, después de más de cincuenta años, descubro que me engañaron, lo que me enseñaron no era correcto y eso me tiene espantado.

Me enseñaron que la parte que se encuentre inconforme con lo que resuelva el juez, puede impugnarlo, pedir su revisión mediante apelación, casación e incluso amparo. El juez es uno, pero la apelación la conocen tres magistrados, la casación una cámara de la Corte Suprema y el amparo la Corte de Constitucionalidad, es decir, lo que resuelva el juez está sujeto a distintas revisiones, que pueden ampliar, corregir, enmendar, revocar o confirmar lo resuelto por el juez. El juez solo es la primera instancia y su resolución, solo quedará firme cuando, si algún inconforme lo pide, sea revisada por las instancias superiores.

También me enseñaron que los jueces únicamente pueden resolver en el momento en que las circunstancias del juicio lo permiten y ordenan, ni antes ni después.

Otra enseñanza fue que cada uno de nosotros solo es responsable de sus actos, no somos responsables de lo que hagan otros.

Así me enseñaron y lo acepté, porque no solo venía de la mejor fuente, sino que son razonamientos lógicos. No se necesita ser sabio para entenderlos.

Pasaron los años y ahora esto no es válido, me engañaron. La vida nacional me lo demuestra y por eso, me fui a la hemeroteca a consultar los diarios para mejor entender.

En la actualidad se vive un escándalo: a un juez, que en su momento fue reconocido como “El Personaje del Año”, y que toda Guatemala califica como MUY HONORABLE, se le acusa de lo sucedido en tres juicios que no conoció, por la emisión de tres resoluciones que fueron dictadas por otros jueces. Se le acusa por lo que otros hicieron.

Al mismo juez, se le achaca haber dictado resoluciones que FUERON CONFIRMADAS por los tribunales superiores, incluida la Corte de Constitucionalidad, casi se podría decir que él no las dicto sino que fueron los tribunales superiores.

También se le acusa de haber retardado una resolución, cuando efectivamente la dicto con retraso, porque la audiencia que daba origen duró, parece ser, más de un mes después de haber iniciado el procedimiento.

A este juez se le señala por algo que no hizo, por una resolución confirmada por los tribunales superiores y por otra resolución que circunstancialmente no podía dictarse sino hasta el momento procesal correspondiente.

Entonces mis maestros me engañaron, pasé engañado más de cincuenta años y se les puede señalar de ineptos y equivocados, máxime ahora que todos los astros parecen orientados para fastidiar al juez.

¿No será que mis maestros tenían la razón y que lo que está equivocado, viciado y cooptado es la Administración de Justicia? Es una pena por Guatemala y los jueces honorables, y por eso me quedo con las lecciones de mis maestros, lamentando la tragedia que vive la justicia, que más de una lagrima me ha provocado.