LO IMPREDECIBLE DEL PROCESO ELECTORAL 2023

Luis Fernando Mack

Los más impredecible y sorprendente para nosotros será el curso de los acontecimientos futuros. (Alexander Solzhenitsyn)

Justo cuando todos ya especulaban sobre qué ocurriría en la recta final del proceso electoral 2023, sucedió lo impensable, una vez más: una decisión judicial deja fuera al candidato que se perfilaba como el aspirante a vencer, Carlos Pineda, con lo cual ahora la especulación es como se reacomodará el electorado frente a este acontecimiento imprevisto. Al respecto, sigo pensando que la elección sigue más abierta que nunca, debido a razones que ya he argumentado antes, pero que ahora sintetizo: 

  1. En primer lugar, en Guatemala no existe un arraigo partidario: la alta tasa de nacimiento y muerte de los partidos políticos, que Asies lo calculó en alrededor de 8 años, determina que ningún partido en la actualidad tenga bases sólidas de constitución, elemento que determina en gran medida lo que puede o no esperarse en la campaña electoral. Esa volatilidad de las organizaciones política, por lo tanto, es un factor en contra de cualquier previsión a futuro.
  2. El proceso electoral en los últimos años se ha caracterizado no por la adhesión a candidatos u opciones debido a sus bondades o supuestos aspectos positivos, sino simplemente basados en el análisis de la oferta general. Los ciudadanos, en esa circunstancia, no deciden por la fortaleza o idoneidad del candidato o candidata en sí, sino por los defectos del resto, lo que se llama el voto de castigo o de enojo. Desde esa perspectiva, cualquier candidato o candidata que se logre conectar con el votante de forma que le haga sentir que es una opción diferente al resto, tiene una oportunidad para alzarse con la victoria, especialmente ahora que una parte del electorado se quedó sin si primera opción en mente. 
  3. Las encuestas disponibles nos informan sobre cómo podría reorganizarse el voto del ciudadano que se quedó sin opción, pero me parece que esto todavía no es una información definitiva.

Debido a las características particulares de este proceso electoral, tan cambiante y caótico, podría haber todavía acontecimientos que alteren el curso de la elección actual, por lo que pienso que hoy más que nunca, no podemos anticiparnos a pronosticar nada, aunque obviamente, ya algunos están lanzando hipótesis. Sigo pensando que la mejor encuesta es la que se desarrolla el día de las elecciones.

Más allá de lo que termine ocurriendo el 25 de junio, es claro que hay que sacar desde ya algunas conclusiones importantes del actual proceso electoral. La primera y más obvia, es que el modelo de partido vehículo que solo se usa para llegar al poder, es inviable: este es el origen de todos los males de nuestra democracia, que por cierto, son muchos los defectos del sistema. Este problema de fondo es el que permitió el fenómeno Pineda, en primer lugar.

La segunda conclusión es que para contar con partidos reales, la ciudadanía debe entender que el talón de Aquiles de cualquier organización política es el dinero. Actualmente, el Estado no invierte ni un centavo en organización ni en vida partidaria, e paga un porcentaje muy reducido de lo que los partidos gastan en las campañas electorales. El resultado lógico: un sistema antidemocrático y excluyente. La lógica atrás de este sistema es que quién paga la fiesta, decide que música se toca y quienes están invitados al baile, lo cual es lógico, aunque no deseable en temas democráticos, donde entonces es el dinero quién manda (la pistocracia). Desde esa perspectiva, por ejemplo, Pineda ha estado en campaña en redes sociales desde hace mas de dos años: es impensable pensar cuanto ha invertido en esta contienda, la cual al final, no le redundará en beneficios. La pregunta de fondo es: ¿Cómo se financian entonces las campañas electorales? La respuesta es clara: con corrupción, cuando dichos personajes llegan al poder. Con esas inercias políticas y electorales vigentes, por lo tanto, es difícil que tengamos una democracia más óptima e incluyente.