“El nivel de aprobación de Arévalo es del 32%; el rechazo, de 45%. Hubo una pregunta que indaga sobre Arévalo como persona y ahí él tiene 51% de aprobación. Es como decir: “como gobierno está mal y como persona me cae bien” Herny Bin
Apenas empezamos a calibrar los resultados de la reciente elección de cortes, cuando ya debemos considerar otras noticias del panorama nacional. Lo primero es la percepción dividida sobre lo que ha ocurrido en las comisiones de postulación: mientras que el Gobierno celebra que el nombramiento de los nuevos jueces pudo ser peor, algunos analistas que conocen el tema mencionan que pese a que se dejaron fuera los peores perfiles, los que quedaron son igualmente malos. La detención del exregistrador de ciudadanos del TSE, Ramiro Muñoz, previo a tomar posesión como magistrado, demuestran que el Ministerio Público, lejos de sentirse amedrentado o disminuido, sigue la persecución contra todo lo que esté relacionado con el movimiento semilla, con lo que se esperan aún tiempos difíciles para el actual gobierno.
Por si fuera poco, los relatos sobre las alianzas y pactos que se han desarrollado en el Congreso de la República, de cara a la elección de la nueva Junta Directiva, parece indicar que los antiguos aliados de la bancada independiente del gobierno están desmarcándose de los intereses de la presidencia de Bernardo Arévalo, lo que de confirmarse, podría poner en aprietos la gobernabilidad para el partido oficial, debido a que parece avecinarse una coalición contraria a sus intereses. En los próximos meses podremos ver si las nuevas cortes se alinean con los intereses de la coalición de actores que representa la Fiscal de Gerona, o si por el contrario, empiezan a fortalecer y hacer viable las promesas de cambio con las que llegó la supuesta nueva primavera democrática a Guatemala.
Una noticia adicional se conoció los días pasados: la nueva encuesta de una renombrada casa encuestadora que parece que nadie quiere publicar, demostrarían que la popularidad del presidente va en picada, al punto que sin haberse cumplido un año en el cargo, tiene niveles de decepción que rozan los de un mandatario en su último año, lo cual podría indicar un desgaste muy prematuro de quién antes cantaron y bailaron, al celebrar el triunfo electoral del actual gobierno.
En este desgaste, han influido muchos factores: primero, la alta expectativa con la que llego, la cual era desproporcionada para la fuerza y la claridad con la que empezó el actual gobierno. Un segundo factor es el cerco institucional, legal, político y mediático que le han impuesto sus opositores, de manera que no han desaprovechado ningún error del equipo de gobierno para divulgar la noción de que el movimiento semilla era más de lo mismo. Un tercer elemento es que derivado de los dos elementos anteriores, existen ya algunos grandes fallos que siguen pasando factura: la incapacidad para resolver el problema en el Km 44 de la autopista Palín-Escuintla, pero también la ingenuidad de los diputados de Semilla que se aliaron con sus enemigos para votar en bloque por candidatos de dudosa reputación para las altas cortes del País, solo para mencionar dos aspectos que han sido objeto de análisis en los últimos días.
Lamentablemente, en esa búsqueda de apoyo para su gestión, el presidente y su equipo han logrado pequeñas victorias y logros que palidecen ante la imposibilidad que han tenido para neutralizar la amenaza que viene de Gerona, su auténtico caballo de Troya. Mientras sigan dando concesiones que les permiten sobrevivir, pero en condiciones precarias, su debilidad seguirá acrecentándose con el paso del tiempo, ya que ni logran neutralizar la amenaza, ni logran reconectarse con la población que un día creyó en ellos, por lo que deberán planificar un contraofensiva que finalmente neutralice la amenaza latente de desafuero, pero principalmente, que reconquiste los corazones de los ciudadanos, que aún siguen apreciando la figura del presidente, pero distanciándose de su acción al frente del gobierno. Si Bernardo Arévalo quiere trascender, debe superar el mote de “tibio” Bernie con el que se le conoce, de lo contrario, habrá pasado a la historia como el que quiso pero no pudo, traicionando así el gran legado que un día dejó su afamado padre.