LA INDIFERENCIA DEL MUNDO ACTUAL

Luis Fernando Mack

“Solo vine aquí para disfrutar la vida, disfrutar el fútbol y la fiesta del fútbol. No es algo en lo que realmente tenga que involucrarme” Maluma

El mundial Qatar 2022 llegó de la misma forma que se organizó: en medio de fuertes controversias que convirtieron en uno de los eventos más atípicos y polémicos de los últimos tiempos, debido a todo el entorno extra-deportivo que le rodeo desde el principio: empezando por la forma en que se negoció, continuando con el lugar donde se programó -un país sin tradición futbolística-, y culminando los detalles sobre la forma en que el país anfitrión planificó su organización, rodeado de numerosas acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos de los trabajadores que participaron en las múltiples obras que se debieron construir para tener todo listo antes del inicio del torneo global, así como lo cambios en el calendario que se tuvieron que implementar para adaptar el torneo a las extremas condiciones climáticas del país anfitrión. Tales características garantizaron una oposición global al evento que incluso provocó un llamado explícito a su boicot, aspecto que nunca antes había ocurrido.

Las controversias antes del mundial, sin embargo, fueron una a una desvaneciéndose una vez inició el torneo global: con el paso del tiempo, las discusiones extra-deportivas dieron paso a las controversias típicamente deportivas, especialmente por el uso intensivo de la tecnología para supuestamente mejorar la forma en que se juzgaban las faltas más polémicas alrededor del área grande, lo que originó numerosas controversias y discusiones sobre el supuesto favoritismo de los árbitros en torno a algunas selecciones, tales como la selección Argentina y la tendencia a marcarles penales en casi todos los juegos donde intervinieron.

La final del torneo, igualmente estuvo rodeada de llamados de algunos sectores para que las selecciones y figuras del futbol se manifestaran por la violación de derechos humanos en uno de los países que participaron en el torneo: Irán, país que se vio envuelto en las controversias, debido a la forma en que a lo interno se ha ido endureciendo las medidas en contra de quienes buscan mayores libertades para las mujeres, especialmente por la supuesta condena a muerte del futbolista iraní  Amir Nasr-Azadani, condenado en su país por participar en protestas ciudadanas a favor de los derechos humanos en su país, aspecto que no fue del agrado del régimen: personalidades como Shakira hicieron un llamado a los futbolistas y personas que veían la final, a recordar la tragedia del futbolista y la forma en que en Irán se violaban los derechos humanos, aspecto que paradójicamente, paso prácticamente desapercibido.

Los datos posteriores al final de las actividades deportivas demostraron la poca efectividad de los llamados a la conciencia ciudadana mundial, tal como constató hace unos días el corresponsal deportivo Sergio R. Viñas: “El éxito de Qatar es la constatación de un presunto boicot que nunca fue. El pisoteo a los Derechos Humanos, la indisimulada homofobia, el desprecio medioambiental y el resto de inaceptables taras democráticas de la dictadura qatarí se han ido difuminando en la agenda pública para acabar cediendo todo el foco al balón con el que Argentina y Francia buscarán la gloria este domingo en el estadio Lusail”.

Ya desde antes, otro analista deportivo ya había predicho que el destino del boicot iba a ser el mismo de otros intentos de boicots contra la Italia Fascista en los años treinta o la Argentina de Videla en 1978, ambos igualmente rotundos fracasos.

Esta indiferencia global parece ser el signo característico de nuestro tiempo: no importa que tanto se intente argumentar en torno a la forma en que el mundo está cada vez más orientado al consumo, a la autodestrucción del medio ambiente, a la abismal diferencia entre quienes tienen prácticamente todo -los megáricos, y las grandes mayorías desposeídas del planeta, lo cierto es que el mundo parece inexorablemente orientado a ese desenfreno insolidario que caracteriza nuestro tiempo. Indudablemente, aunque hemos hecho avances impresionantes en muchos campos, la humanidad no ha avanzado mucho en su condición de civilización. Bien dijo Voltaire hace muchos años: “La civilización no suprime la barbarie; la perfecciona “.