LA ESTRUCTURA DEL CUENTO LLAMADO IMPUNIDAD

Oswaldo Samayoa

-en un país que más parecía paisaje-

Así como los hay de aparecidos y de ánimas, así como los hay de terror y de ficción, así también los hay de políticos impunes que dentro de los pasillos del poder tejen los hilos para mantenerse viviendo del Estado y, por tanto, del erario. Erase una vez, en un país de bellos paisajes, surgido entre dos mares, que un grupo de personas, criollas todas, mestizas, decidieron instalar un sistema denominado dictadura democrática, con la cual, emulando al hermano país del norte próximo, aseguraban una tiranía contra quienes se creían con derechos, sí, contra el pueblo o, en este caso, los pueblos.

Por supuesto que la tiranía era o tenía que ser honesta, esto quiere decir que debía favorecer al grupo pequeño de personas que le acompañaban y, desconocer, a aquel grupo enorme de personas originarias de este paisaje. Pueden ustedes imaginarse las grandes contradicciones que entrañan ambas posturas: ¡Dictaduras democráticas! ¡Tiranías honestas!

Decía Enrique Guzmán en el diario nicaragüense, -No hay en el mundo poder más absoluto y discrecional que el del presidente de Guatemala, titúlese dictador o no, y bien se llame Rafael Carrera o Rufino Barrios, Vicente Cerna o Manuel Lisandro Barillas… la autocracia chapina cambia de forma y de procedimientos, según la clase social a que pertenece el autócrata y según el temperamento de este…Llámese como se llamara el gobernante chapín, sea patricio o plebeyo…siempre será un dictador… el pueblo de Guatemala no ha tenido nunca conductores, sino mayorales- 

En ese bello cuento para algunos pocos y, para otros, parecido a siete infiernos, la tierra y los bienes naturales fueron concentrados por algunos tantos criollos propios y para otros tantos extranjeros. Era tal ya el dominio, el autoritarismo y la esclavitud que se vivía con Ubico, que la revolución de 1944 se hizo necesaria.

Erase una vez en un bello país que más parecía un paisaje, que hubo un tiempo en que quizá se pudo haber cambiado la historia de disfraces democráticos, pero los herederos de la dictadura democrática con choque sangriento y estimulando la intervención extranjera lo trajeron abajo en 1954.

Un manto oscuro, tan oscuro, tan oscuro, más que una noche nublada, cubrió el paisaje y le hizo vivir bajo la sombra de la muerte, la desaparición y la tortura. En ese espantoso escenario se crearon y procrearon, se cruzaron y acordaron, se entretejieron entre sí las raíces más profundas de la corrupción y la impunidad. Se dieron de amamantar entre ellos mismos, aunque siempre se han temido entre ellos mismos. Disfrazaron el periodo constitucional de 1985 de democracia, sí, construyeron falsos partidos y pusieron a sus guiñoles o marionetas, que bien podrían ser patricios o plebeyos, en puestos de jueces y de fiscales, más parece que es una dictadura democrática recargada al siglo XXI.

Por miedos infundidos, por uso de mecanismos psicológicos del poder, por violencia utilizada, es difícil que la gente se vuelva a concertar como en aquel año de 1944. Solo se moverá por ciertas pasiones que terminarán votando en aquella apariencia de democracia. Querrán incluso cambiar la constitución, pero lo promoverán queriendo que lo hagan los mismos, los de las dictaduras ahora convertidas en múltiples partidos políticos de una misma raíz.

Hubo un momento en ese siglo XXI en que parecía que el gigante dormido abriría por fin los ojos, pero no lo logró y, ahora, cae víctima nuevamente de su sueño eterno al que ha sido sumergido por cuentistas de poder, ensayos de autoritarismos, plebeyos lame botas, ciudadanos temerosos y principalmente por ilusionistas de la economía.

Hoy Guzmán escribiría, quizá, igual que en 1876 en carta a Rafael Campo, solo que cambiaría nombres y dirá: -Don Alejandro no es, ni será nunca probablemente un presidente de la moderna escuela democrática. Se halla él lejos, muy lejos de personificar el tipo ideal de mandatario… Pero usted, sabe muy bien, como yo, y tal vez mejor que yo, cuán superior es su gobierno dictatorial y violento, a pesar de todas las faltas que ha cometido al de aquella oligarquía decrépita, feroz, retrógrada y fanática…- acá quizá le agregaría -que hoy se ampara nuevamente en una fiscalía que garantiza impunidad: persiguiendo a sus fiscales independientes y presentando casos caza bobos en los medios para aparentar efectividad-

Recuerde, dirá alguna estudiante valiente, que la estructura sobre la que descansa, además, este cuento, es de un país educado para rebaño y, por tanto, los ciudadanos no tienen autoridades, si no, los siervos tienen capataces. Sobre esas bases, autoritarias, racistas y masculinas, se construye la estructura de un cuento de un lugar que en lugar de país parece paisaje, en donde se construye a partir de la corrupción que garantiza hoy una fiscal y que, en un futuro no muy lejano, en unos meses para ser preciso, será garantizado, también, por jueces constitucionales y otros tantos supremos.