LA ESTRATEGIA FALLIDA DE LAS VACUNAS RUSAS

Luis Fernando Mack

“Vamos a perder 200 millones por la irresponsabilidad del gobierno que hizo negocio con el Fondo de Inversiones Ruso” (Orlando Blanco)

La noticia no pasó desapercibida por muchos actores de la población guatemalteca: esta semana, más de un millón de vacunas Sputnik correspondientes al primer componente, llegaron a su vencimiento, sin que pudieran ser utilizadas para el fin para el que fueron adquiridas: proteger a la población de la enfermedad que ha traído tantas complicaciones para todas las sociedades, incluyendo la guatemalteca. Las malas noticias, sin embargo, no se quedaban ahí: más de un millón adicionales de vacunas del segundo componente también están por vencer en marzo de este año, aspecto que nos habla de un rotundo fracaso que representa para el gobierno actual, la estrategia de vacunación que se diseñó el año pasado.

El corolario de esta situación es que, aún cuando no ha existido la capacidad de las autoridades de promover un proceso exitoso de vacunación, el contrato pactado con el gobierno ruso determina que se debe completar la compra de las vacunas pendientes, aún cuando muy probablemente el destino de ese nuevo lote de vacunas será la misma que las que acaban de vencerse, con lo cual estamos en presencia de un auténtico despilfarro de los recursos disponibles, en momentos en los que muchos actores desearían contar con ese financiamiento para paliar muchos de los efectos perversos que ha tenido la pandemia en la sociedad y en la economía guatemalteca.

En retrospectiva, varios factores pesaron en este proceso: en primer lugar, era difícil anticipar muchos de los aspectos que condicionaron este rotundo fracaso; en primer lugar, en el momento en el que se hizo la compra, las perspectivas sobre el acceso a vacunas era sombrío e incierto, por lo que anticipar un acceso mayoritario de la población a una vacuna que en ese momento, se veía como buena opción en su momento.

Un segundo factor en contra fue las complicaciones derivadas del proceso de aprobación internacional de la vacuna, la cual muy probablemente fue bloqueada por factores geoestratégicos que se han demostrado fehacientemente en los días pasados, cuando estalló la guerra de Ucrania: la vieja rivalidad Este-Oeste, la cual pasó la factura por la osadía de Rusia de aclamar, con bombos y platillos, la creación de la primera vacuna contra el COVID 19.

Este segundo aspecto influyó en el tercer componente: la marcada desconfianza que generó en la población guatemalteca lo relativo a la vacuna, especialmente cuando se supo que Estados Unidos o la Unión Europea, no las aceptarían como válidas para ingresar en esos países, lo cual pesó decisivamente en la voluntad de muchos ciudadanos de inocularse con dicha vacuna. También fue decisivo la falta de una estrategia clara del Ministerio de Salud por promover una conciencia ciudadana que permitiera llevar la vacuna a muchas comunidades del país que aparentemente, rechazaban la misma.

Este doloroso proceso que ha implicado la pérdida de valiosos recursos públicos que hacen falta en una realidad marcada por tantas necesidades insatisfechas debe llevar a extraer valiosas enseñanzas para todos los actores, empezando por el Gobierno de la República. En primer lugar, la necesidad de establecer mecanismos y procesos más integrales que permitan la toma consensuada de decisiones: el gobierno probablemente pudo haber hecho consultas más extensas para explorar otras opciones, con lo cual se demuestra que la improvisación es una pésima estrategia. En segundo lugar, es indispensable que se reduzca la brecha que separa a los funcionarios e instituciones públicas de la sociedad, de manera que se produzcan sinergias y no enfrentamientos sistemáticos: el gobierno no puede seguir operando de espaldas a la población.

Una tercera lección quizá sea la más valiosa, pero también la más dolorosa: si seguimos el curso político, económico y social que actualmente llevamos, es casi seguro que tenemos pocas noticias positivas, y una multiplicidad de malas experiencias que se seguirán acumulando. Las palabras del mandatario al asumir su gestión indudablemente siguen siendo la gran tarea pendiente: ““¿Y si nos juntamos y dejamos de pelearnos? ¿Si en lugar de mirar hacia atrás, miramos hacia adelante? ¿Y si mejor nos vemos como guatemaltecos todos, antes que pertenecientes a grupos?