GUATEMALA ES “ASOMBROSA E IMPARABLE ”, PERO AL REVÉS

Manolo García
Manolo García

Los problemas de Guatemala son diversos: políticos, sociales, económicos, en infraestructura vial, Salud, Educación y Seguridad. Los últimos gobiernos se han esmerado en elevar el índice nefasto existente en cada área. Este último, en lo particular, ha perdido la credibilidad respecto de sus supuestas acciones de desarrollo y, a estas alturas, lo único esperado por la población es la salida de los gobernantes y funcionarios de turno.

OJO: Algunos de ellos ya tienen puestos el ojo en las elecciones generales del año 2023 para buscar un nuevo cargo público. Empero, esto dependerá de la astucia, necedad o masoquismo; ignorancia o amnesia política del electorado para llevarlos de nuevo al “paraíso”.

Al asomo de la marca recién divulgada por el Gobierno, Guatemala es “asombrosa e imparable”. Veámoslo así, pero al revés.

Para cualquier punto a donde uno se dirija se encuentra con crisis en el sistema vial. Al Occidente, por tierra fría, sería necesario llevar más de una llanta de repuesto pues en cualquier tramo se corre el riesgo de un pinchazo o del estallido, incluso, de un neumático, derivado de lo quebrado del asfalto. Por la costa sur o el Oriente, la misma historia. Ahí se agregan derrumbes, inundaciones y caídas de puentes.

Primer detalle. De acuerdo con datos del Banco Mundial actualizados a octubre de este año, Guatemala tiene una población de más de 17 millones de habitantes y un PIB de US$77 mil 600 millones, lo cual la registra con la economía más grande del Istmo.

Sin embargo, eso contrasta con la pobreza que ostenta de más del 54 por ciento. Es más, el 61.6 por ciento de guatemaltecos vive en “pobreza multidimensional” que los priva de indicadores sociales importantes a los cuales deberían tener derecho. Entre estos, salud, educación y seguridad.

Otro dato: El país tiene la cuarta tasa más alta de desnutrición crónica en el mundo y la más alta en Latinoamérica y Centroamérica, donde las más afectadas son las poblaciones indígenas y rurales. La desnutrición crónica infantil y el retraso en el crecimiento afecta al “47 por ciento de infantes menores de cinco años, al 58 por ciento de niños indígenas y al 66 por ciento de los niños en el quintil de ingresos más bajos”, señala el BM.

Uno más. Antes de la pandemia el acceso a la educación en el país ya iba a la baja. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (Unesco), “en primaria cayó de un 96 por ciento de niños que asistían a la escuela en 2009 a un 78 por ciento en 2019”.

Veamos si hay algún candidatos, de esos que ya andan por ahí haciendo campaña anticipada, con intenciones de revertir esos índices “asombrosos e imparables”.