Esos que tienen secuestrado a mi país

En una carrera inexorable de regreso a los años prósperos de la corrupción y la impunidad, los políticos de turno coludidos con las élites económicas mediocres y despreciables de siempre se han empeñado estos últimos años en destruir lo poco que queda de institucionalidad en el país.

Se han dedicado a quebrar la fe de todos los guatemaltecos que aún sueñan con que se puede construir un país justo con oportunidades, próspero con educación y salud. Un país donde el perverso caiga y los usureros sean defenestrados. Pero no. Eso aquí no es permitido. La justicia debe ser a la medida del que pueda pagarla y así con todo lo demás.

Imponen una democracia comprando a todos los candidatos para que no atenten con sus intereses y además buscan cortarle todo poder a una ciudadanía indefensa por historia y apática por las circunstancias, ante el perverso sueño de poder absoluto.

No les importa arrasar con todo el presente es vital extinguir cualquier esperanza y no dejar nada a nadie para condenar a las próximas generaciones a una miseria inimaginable.

Se lavan las manos y culpan al pobre de su atraso al ser ellos mismos quienes los condenan antes de nacer. “Se merecen su atraso y miseria”, dicen mientras ellos saborean sus fortunas heredadas sin gastar una gota de sudor.

Todos los días me pregunto dónde está esa Guatemala que ellos hablan y la respuesta es que no existe. Este infierno es su utopía, su país ideal. No aspiran a una Guatemala de segundo mundo o un país con altos índices de desarrollo de inversión. Para nada, lo que añoran es un país subyugado a la obediencia y condenado a la ignorancia que se dedique a la construcción de sus lujos, sea permisivo y tolerante con sus crímenes y derroches porque son los elegidos, porque tienen todo y porque es su soberana gana.

Así vamos caminando, para atrás, dirigidos por esta casta de políticos despreciables donde a diario llevan a cabo sus crímenes.

Es difícil encontrar un rayo de esperanza en este país que es insalvable. Todos los días un esperpento mandatario tiene la idea de erosionar nuestro sentido de existencia. Todos los días nace un nuevo inservible cuyo anhelo es destruir la vida de alguien más. Todos los días alguien tiene la brillante idea de robar el futuro de una nación.  

Ya saborean su victoria, contra toda razón, contra cualquier sentido común, seguros y respaldados por una ley retorcida que les protege. Para ellos es la risa más burlona y celebran bailando sobre todos.

En nuestra sangre corre una acelerada impotencia al tener que presenciar como secuestran el país. Que mientras se llenan los bolsillos ríen de la infantil idea que se puede  hacer otro país uno justo.

Así caminamos a repetir la misma historia con los mismos crímenes, vejámenes, violaciones, asesinatos, robos, tierras arrasadas, linchamientos y guerras.

Ellos intentarán por todos los medios reescribir la historia y borrar cualquier atisbo de decencia y valores del guatemalteco furioso e indignado frente a la injusticia. Pero no podrán. Se engañan si creen que lo lograrán. Nosotros somos los verdaderos guatemaltecos que desprecian y detestan. Nunca podrán ser verdaderos guatemaltecos. Ellos son: unos malditos.