EL REGRESO DE LAS PROCESIONES

Luis Felipe Linares López

La suspensión de las actividades de piedad popular de la Cuaresma y Semana Santa a partir del tercer sábado de Cuaresma de 2020 tuvo un fuerte impacto sobre los miles de devotos que participan en las procesiones, velaciones, vía crucis, representaciones en vivo y demás actividades devocionales, a lo que se agregó la imposibilidad de participar presencialmente en los actos litúrgicos del Triduo Pascual: conmemoración de la institución de la Eucaristía y del Orden Sacerdotal; de la pasión y muerte de Cristo; y la Vigilia Pascual.

La participación de los feligreses en estas manifestaciones externas, van desde los cientos y quizás miles que participan en su organización, los cucuruchos y los feligreses que asisten como espectadores, a los que se agregan los miles de turistas nacionales y extranjeros que los observan con motivaciones que pueden ser religiosas o simplemente estéticas.

Tuvo también un alto impacto económico, pues la Cuaresma y la Semana Santa generan una intensa actividad. Desde los gastos en los adornos de procesiones y velaciones, enseres de las imágenes, bandas de música; túnicas, incienso, velas, flores, moldes y demás materiales para alfombras y altares; hospedaje y alimentación de visitantes; el consumo de alimentos, bebidas, chucherías, golosinas y hasta globos, en los alrededores de los templos y a lo largo de los recorridos, ofrecidos mayoritariamente por productores y vendedores informales, para quienes la Cuaresma es una fuente fundamental e insustituible de ingresos.

El estudio “El valor económico de la Semana Santa en La Antigua Guatemala” (2013), estableció que el gasto de las hermandades, Municipalidad de Antigua y otras entidades de Gobierno, y de los vecinos, ascendió a Q4.1 millones, que generó un efecto económico de Q672.7 millones. Datos que permiten concluir que la suspensión de dos años tuvo un enorme impacto negativo sobre muchas familias y empresas, a lo largo y ancho del país.

La Cuaresma es, como decía en un programa de “Radio Estrella”, el antropólogo Mauricio Chaulón, la expresión sociocultural y religiosa de mayor magnitud y arraigo de Guatemala. Desde el esplendor de las procesiones y velaciones de la capital, Antigua, Quetzaltenango, Mixco y gran cantidad de ciudades grandes y medianas, hasta las sencillas procesiones, pero no por ello menos expresivas, de las más remotas y pequeña aldeas.

De manera que la reanudación parcial de las procesiones, pues muchas siguen suspendidas o fueron recortadas, viene a ser el momento de recuperación de una práctica religiosa tan preciada por muchos guatemaltecos y extranjeros, incluso no católicos o no creyentes. También de recuperación de los espacios públicos para una parte importante de la población, y un alivio para gran número de familias y empresas que proveen bienes y servicios. Me parece que el recorte de recorridos y horarios en algunas procesiones y velaciones hace más bien que mal, pues en la medida que el tiempo disponible es menor, la concentración de gente será mayor. Son medidas a las cuales no se les encuentra lógica. Pero en todo, caso, es bienvenido para muchísimos devotos el retorno de los actos devocionales, que nos permite adquirir nuestros turnos y llevar en hombros las imágenes de Nazarenos y Cristos Yacentes, como en mi caso sucederá, junto a dos mis nietos, con Jesús Nazareno de la Humildad, Jesús Nazareno de la Merced y el Señor Sepultado de la Escuela de Cristo, en la magnífica y singular Semana Santa antigüeña.