EL ESTADO OBSOLETO, INSENSIBLE E IMPRUDENTE

Luis Fernando Mack

En Guatemala, los procesos de pensión y jubilación duran meses, mientras los adultos mayores esperan en una fila interminable. (Marysabel Aldana Y Carlos Kestler)

En el mar de malas noticias que frecuentemente nos trasladan los medios de comunicación, sobresalen siempre un panorama de una institucionalidad caduca, ineficaz para resolver los problemas, pero a la vez, de unas autoridades que, ante las muchas necesidades y problemas ciudadanos, se vuelven cada vez más insensibles e impertinentes ante el dolor humano. La imagen de un Estado en trapos de cucaracha es frecuentemente, la visión más acabada de un sistema que no sirve para resolver problemas, sino solo para enriquecer y volver pedantes a quienes la dirigen.

La primera noticia que demuestra esta incapacidad e insensibilidad institucional es un reportaje sobre el proceso de pensión y jubilación a la que deben someterse los que han laborado por décadas, aportando con su esfuerzo al engrandecimiento de este país. El premio del sistema es una engorrosa, lenta e insensible maraña de requisitos, trámites y mala atención institucional que vuelve el proceso un calvario de meses, e incluso años. Los responsables de tal vejamen es el Instituto de Seguridad Social -IGSS-, y la Oficina del Servicio Civil -ONSEC-, quienes, en el proceso de proteger a los jubilados, tardan un mínimo de ocho meses, si es que la persona que tramita el proceso corre con suerte.

Frecuentemente, los ciudadanos cuando deben realizar algún trámite, ya sea en la SAT, en Finanzas, en la Contraloría General de Cuentas, o en cualquier instancia gubernamental o local, debe revestirse de paciencia, debido a que lo más usual es que enfrente poca información, malos tratos y frecuentemente, reparos que a veces parecen a propósito, para convencer al ciudadano que mejor debe contratar los servicios de un tramitador, a quien misteriosamente la institucionalidad parece agilizarle los procesos. La inoperancia e insensibilidad de las instituciones es por lo tanto, una característica muy conocida de la realidad guatemalteca.

La segunda noticia que domina el panorama es la noticia de que el Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda (CIV), adjudicó recientemente sin licitar -la figura es por excepción- la supervisión de obras en las carreteras del país, encargo que le costará al erario 3 millones 686 mil 295.30 quetzales, mecanismo que frecuentemente lleva a obras sobrevaloradas, obras entregadas en mala calidad, y recursos del Estado despilfarrados en redes de clientelismo y corrupción. La construcción de obras, de hecho, ha sido el mecanismo privilegiado para el pago de favores y la obtención de ganancias ilícitas, algo que complejiza enormemente la posibilidad de contar con mejores carreteras y una mejor infraestructura en general.

Una investigación de un medio digital igualmente reportó recientemente que pese a que se están venciendo lotes de vacunas sin usar, las instituciones del Estado han justificado la incapacidad para vacunar a mas personas la negativa de los ciudadanos, justificación que ha sido rebatida por esta investigación independiente: en estricto sentido, el sistema no brindó mayor información ni desarrollo una estrategia coherente, en especial si se considera que Guatemala vive una realidad multiétnica, multilingüe y multicultural, por lo que la estrategia para informar y sensibilizar a la población hubiera requerido un esfuerzo multinivel, y una empatía institucional que favoreciera que al entender las preocupaciones ciudadanas, existiera una respuesta institucional con pertinencia cultural y ciudadana. Las instituciones de salud, por el contrario, se mostraron distantes e insensibles, por lo que la respuesta ciudadana es simplemente un resultado directo de una estrategia mal pensada y peor ejecutada.

La inoperancia del sistema, por lo tanto, solo es una fuente inagotable de malas noticias; lo peor es que ni los partidos políticos dominantes, ni los funcionarios que están al frente de estas instituciones parecen estar realmente preocupados por este sistema que hace aguas por todos lados. Lo mas seguro es que esa incapacidad sistémica seguirá dándonos muchos más dolores de cabeza, produciendo inconvenientes y sufrimientos a todos los ciudadanos que nacimos en este bello, pero irremediable país que se resiste a transitar hacia una sociedad mas prospera e incluyente.

Como bien lo expresó el poeta Humberto Ak’abal: Cuando nací me pusieron dos lágrimas en los ojos  para que pudiera ver el tamaño del dolor de mi gente.