EL BALANCE DE PODER: EL LENTO SOCAVAMIENTO DEL PACTO DE CORRUPTOS

Luis Fernando Mack

Son seis meses de gobierno y entre cambios de ministros, desastres naturales y protestas de distintos sectores, Arévalo sigue liderando un Ejecutivo que mantiene el desafío de ofrecer a toda la población soluciones a corto, mediano y largo plazo. Alex Rojas

Los primeros seis meses del gobierno de Bernardo Arévalo han pasado a la historia como uno de los periodos más intensos que ningún gobierno ha enfrentado en estos cerca de 40 años de democracia, en gran parte, debido a la gran expectativa de cambio que promovió el actual presidente de la República, quien ha tenido la virtud que recuperó una esperanza que ya muchos ciudadanos daban por perdida. Por supuesto, promover expectativas de cambio es complicado, especialmente si consideramos las condiciones estructurales que heredó el actual partido de Gobierno. Para ejemplificar este último aspecto, en mis charlas de análisis coyuntural siempre pregunto a mis interlocutores: ¿Cuándo fue la última vez que el gobierno de turno cumplió las expectativas ciudadanas? ¿Cuándo funcionaban las instituciones, y cuando dejaron de funcionar adecuadamente? La respuesta siempre es o nunca, o desde hace mucho tiempo: es frecuente que algunos rememoren los gobiernos de la revolución del cuarenta y cuatro como referencia de la última vez que la ciudadanía tuvo un gobierno que respondió a sus necesidades, por lo que si esto es así, indudablemente que no se pueden solucionar en seis meses los problemas que no se resolvieron en los setenta u ochenta años previos, por poner una cantidad de tiempo. 

Las críticas que se han hecho al actual gobierno, por lo tanto, exceden los parámetros y las expectativas que nunca antes se habían exigido a ningún gobierno, por lo que buena parte de los análisis deben considerar que estamos ante una exigencia descomunal, especialmente para las posibilidades reales de cambio en el corto plazo. La buena noticia es que una de esas críticas era que el gobierno sabía comunicar muy poco las dificultades del entorno adverso: desde hace unas semanas, notamos ya una comunicación más fluida del gobierno que cada vez más, está demostrando a la ciudadanía que aunque haya voluntad de cambio, las fuerzas y obstáculos que se esconden en cada recoveco institucional del gobierno son tales, que la amenaza de involución sigue latente, esperando las condiciones para detener o incluso destituir al gobierno de Arévalo; de esa cuenta, si algún analista se atreve a decir que este gobierno es un fracaso, o como lo dijo un destacado escritor que este gobierno era “soso”,  definitivamente se equivoca: el pulso por el control del Estado apenas empieza, y tenemos un largo proceso por delante para pronunciar juicios categóricos. 

Retomando esta idea errónea de un gobierno “soso”, esta semana han ocurrido sucesos que demostrarían no solo una mejor estrategia comunicativa, sino una mayor audacia de parte del actual gobierno: no solo detuvieron momentáneamente la interpelación de dos de sus ministros mediante el cabildeo en el legislativo, sino iniciaron un proceso de acompañamiento internacional al proceso de elección de cortes, y como guinda del pastel, iniciaron recientemente una acción para despojar de la inmunidad a tres magistrados suplentes de la Corte de Constitucionalidad por prevaricato en el caso del gerente del Bantrab, Jorge Mondal, en un movimiento muy osado que provocó un comunicado de alarma por parte este alto organismo judicial. Lo interesante de esta acción es que la solicitud de antejuicio fue acompañada de una campaña de comunicación para explicar las bases de tal acción, aspecto que indudablemente, tiene la gran virtud de seguir ilustrando las duras condiciones estructurales, legales y políticas que se oponen a cualquier cambio. 

La lucha, por supuesto, no está para nada resuelta, pero estas acciones demuestran que paulatinamente, va emergiendo una estrategia clara y contundente del actual gobierno, lo cual ciertamente debería de hacernos volver a creer en que existe una voluntad real de cambio. El camino sigue siendo empinado y lleno de escollos, pero al menos, esta semana podemos decir que la esperanza de cambio sigue más viva que nunca.