Echando leña al fuego

Luis F. Linares López

El estado de sitio declarado en cinco municipios de Izabal, al igual que el antes declarado para Santa Catarina Ixtahuacán, Nahualá y Santa Lucía la Reforma – y podemos irnos más atrás a declaraciones similares en Tajumulco y antes en varios municipios de departamentos del Nor-Oriente – evidencian la escasa o nula comprensión de la conflictividad social existente en Guatemala, que obedece a múltiples factores y realidades locales, por lo que no puede ser encasillada en una sola causa. 

Hacer un aparatoso despliegue militar y policial para imponer el orden es solamente una especie de show mediático que no resuelve nada.  Solamente le echa leña al fuego. Justificarlo está involucrado el crimen organizado es una peligrosa simpleza.  En general, la conflictividad en Guatemala se origina de la insatisfacción ante la falta de atención por parte del Estado.  Pero cada conflicto es un mundo.  En el caso de Nahualá e Ixtahuacán la indefinición de los límites entre ambos municipios al segregar el primero del segundo, dio lugar a reclamos no resueltos hasta la fecha.  Visto de manera superficial puede parecer una necedad, pues todos somos guatemaltecos, unidos bajo una misma bandera y un glorioso himno. Pero para los pueblos indígenas esto tiene aspectos inseparables de su cosmovisión y formas de organización social.  Y si hablamos de la Guatemala multicultural y multilingüe tenemos que aceptarlos como parte de una realidad y buscar a través del diálogo y la prueba histórica – sin la presencia de tanquetas y soldados armados hasta los dientes – las soluciones que permitan una convivencia pacífica entre ambos pueblos.  

En el caso de los municipios de Izabal salta a la vista el rechazo a la minería – producto de la falta de aplicación del Convenio 169 – y las consecuencias sociales y económicas de la desmedida e incontrolable ampliación de cultivos como el de la palma africana, que se hace sin considerar los efectos sociales, económicos y ambientales sobre las comunidades asentadas en esas zonas, para decirlo en pocas palabras.

Pero esta predilección por las soluciones de fuerza devela peligrosas tendencias autoritarias, al hacer uso de mecanismos como el estado de sitio, diseñados para sostener y fortalecer un modelo de gobierno antidemocrático, que limitaba los derechos y libertades fundamentales en aras del principio supremo de la seguridad del Estado. A esto se agrega la forma cómo, en varias ocasiones, el gobernante se ha dirigido a diputados que expresan opiniones adversas o las respuestas que dio a los cuestionamientos que le hicieron en San Juan Comalapa, para citar un par de ejemplos 

Desacreditar los movimientos sociales o deslegitimar los reclamos, como cuando aludió a la falta de pago de impuestos, es un camino peligroso que el presidente Giammattei debe evitar.  Está obligado, por la Constitución que juró respetar y defender cuando tomó posesión del cargo, a  respetar todos los derechos de todos los guatemaltecos, incluyendo  las opiniones  que disienten de su  forma de ver las cosas. La tolerancia y la contención en el ejercicio del poder son elementos fundamentales de la democracia. Cuando se les comienza a dejar de lado es momento de sonar la alarma.

Luis F. Linares López