DOS AÑOS DE EPICENTRO GT

Luis Felipe Linares López

Me uno a las felicitaciones y buenos augurios que recibe Epicentro GT en su segundo aniversario. Congratulaciones para su director-fundador, Eder Juárez y a todo el equipo que hace posible su publicación, por el gran esfuerzo realizado a lo largo de estos dos primeros años de vida, pues ya sabemos que en Guatemala el ejercicio independiente del periodismo enfrenta enormes obstáculos.

Mis mejores deseos porque Epicentro GT tenga una larga y fructífera existencia y porque el número de sus lectores se acreciente más cada día. Agradezco nuevamente la invitación que recibí, desde la fundación de Epicentro GT, para ser parte de sus columnistas. Un honor tratándose de un grupo tan selecto, con personas de innegable capacidad e integridad, que con posiciones no necesariamente coincidentes, lo que es también una fortaleza para cualquier medio de prensa, por el espacio que ofrece para la pluralidad de ideas y la discusión informada, que es indispensable en toda sociedad. También es necesario destacar el firme compromiso de Epicentro GT por lograr una sociedad y a un Estado que funcionen mejor. Reto enorme, habida cuenta de los problemas cada día más graves que enfrenta Guatemala y el creciente deterioro de nuestra institucionalidad pública.

En la columna anterior, donde abordaba la crisis provocada por la fraudulenta elección de rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), hice referencia a una frase del ilustre doctor Carlos Martínez Durán, relativa al amor a la verdad y a la libertad. Esa debe ser también una divisa para cualquier medio de comunicación y el contenido de las noticias, editoriales y páginas de opinión de Epicentro GT, demuestran que ese compromiso con la verdad y la libertad. Agradecemos a los lectores de Epicentro GT que nos honran con leer nuestras colaboraciones. Esperamos les sean de utilidad para un mejor conocimiento de la realidad de nuestro país. Es innegable que algunos argumentos que expresamos – al igual que pasa con cualquier persona – sean cuestionables en cuanto a su pertinencia y validez, pero siempre son animados por la buena fe y el sentido común.

A propósito de la USAC creo conveniente subrayar que la crisis provocada en su máximo órgano de dirección, el Consejo Superior Universitario, y en la rectoría, que también se replica en algunas unidades académicas, no significa en modo alguno que el conjunto de la Universidad nacional se encuentre en crisis. Buen número de unidades funcionan con una elevada calidad académica y hay un indeclinable compromiso de sus autoridades y docentes por la formación de profesionales competentes. De manera que al igual que pasa con prácticamente todo en la vida, no se debe generalizar sobre que San Carlos se encuentra sumida en una crisis. Lo que hay es una crisis en su alta dirección, sobre la cual la comunidad sancarlista no debe quitar la presión.

Comunidad que también debe exigir la búsqueda permanente de la excelencia académica; el uso racional de los recursos financieros que la USAC recibe del presupuesto nacional, que deben ser objeto de un eficiente autocontrol; el firme compromiso con la libertad académica; la efectiva democracia interna; y el aporte a la solución de los problemas nacionales. Allá por los años 70 se decía que las universidades públicas constituían una reserva moral de la Nación. En “Pensamiento universitario”, publicado cuando lanzó su candidatura a rector de la USAC, el doctor Rafael Cuevas del Cid – otro ilustre académico que honró la Rectoría – afirmó que ese pensamiento “era una reiteración de nuestra fe en la Universidad, de nuestra convicción de que cuenta con la fuerza y la honestidad suficiente para reestructurarse y para constituirse en modelo institucional para el país”. Palabras que nunca tuvieron tanta vigencia como hoy. Hacerlas realidad es el reto que enfrentan los sancarlistas honestos.