Fue el año 1952, cerca de las 7 de la noche. Estábamos frente al almacén La Dalia Azul y la Librería Cosmos en la sexta avenida, ahora Plaza Vivar, resguardándonos de la lluvia que caía sobre la ciudad. Había mucha gente, ni más ni menos esperábamos la llegada del GRAN MATEO FLORES, luego de su hazaña en Boston. Uniformes escolares desteñidos por la lluvia, sombrías, capas y don Mateo no aparecía. Mis papas dispusieron regresar a la casa y entonces pudimos escuchar en La Voz de la Guardia Civil, que al fin, el gran guatemalteco había llegado. Mi mente infantil recuerda algo así como una fiesta nacional, alegría por todas partes.
Era viernes 10 de marzo del 67, en la Facultad de Derecho sería la “Declaratoria de Huelga de Dolores”, un altavoz dejaba escuchar la narración del partido de futbol, cuando Escopeta Recinos le metió el gol a México abriendo el camino al campeonato de CONCACAF y aquello fue un pandemónium, una celebración con mezcla de futbol, nacionalismo y huelga, amenizada copiosamente por Baco. El Domingo de Ramos se alcanzó el campeonato y el lunes Santo, con licencia a todos los trabajadores a partir del mediodía, al aeropuerto a recibir a la selección. El avión apareció custodiado por dos o tres cazas; cuando se abrió la puerta y comenzaron a bajar los campeones a eso de la 3.30 de la tarde, fue una locura, no sabíamos que hacer, el desborde de las emociones. El Presidente Mendez Montenegro los recibiría en el Palacio Nacional para felicitarlos, el desfile comenzó y llegamos al parque central después de las ocho de la noche, para que ingresaran al Palacio.
Ya en el año 68, el futbol de Guatemala tuvo lo que estimo su mejor presentación, en los Juegos Olímpicos de México solo perdió contra el campeón y empato con el segundo lugar, otros días muy grandes, los recibimos en el Estadio Mateo Flores, que en el marcador (ya no existe, estaba al norte) tenía en grandes letras GUATEMALA QUINTO LUGAR EN EL MUNDO. Los seleccionados hicieron su trabajo muy, pero muy bien.
La mañana de un sábado de 2012, un joven de la Alta Verapaz, aprovechando los Juegos Olimpos de Londres, nos dio nuestra primera medalla olímpica, Barrondo gano la plata. En la tienda de la esquina compre dos ametralladoras de cohetes y comenzó la celebración. Para decir la realidad, al atleta lo apoyaron muy poco, pero nos dio una gran sorpresa, y por eso otra bienvenida de película, el número de gente que desde las Reforma compartió su llegada fue muy grande, nuevamente pudimos pensar en cosas buenas y constructivas.
Hace tan solo unos años, otra alegría, zacapaneco y gran guatemalteco, Kevin Cordón nos dio una nueva satisfacción, esta vez su retorno fue cercano al medio día. Con mi hija Karen estuvimos presentes y hasta logramos una fotografía con el campeón. La banderas, camisolas y signos de Chapinlandia estaban presentes, pero más eran los corazones agradecidos por quienes dan lo mejor de sí en representación de su patria. Fue otro día grande.
Ahora es un tirador el que pone en alto el nombre de nuestro país en Paris, Jean Pierre Brol nos ha regalado una MEDALLA DE BRONCE, es nuestra segunda medalla en la historia, el azul y blanco ondeo en Paris, gracias a una especialidad poco conocida. Mas no nos habíamos repuesto de la emoción que nos provocó Brol, cuando nuevamente el foso olímpico fue conquistado por una compatriota, ahora una mujer y algo más grande ORO, ALEJANDRA RUANO SE IMPUSO A TODO EL MUNDO y consiguió nuestro sueño, nuestro anhelo; la parte más alta del podio fue de ella y la música de don Rafael Alvarez Ovalle se expandió por el cielo Parisino. Muchas gracias, Jean Pierre, Muchas gracias, Alejandra, ustedes han conseguido para Guatemala lo mejor, nos han hecho sentirnos orgullosos y llorar de alegría, fue muy emocionante ver el medallero latinoamericano encabezado por la Tierra del Quetzal, de nuevo MUCHAS GRACIAS.
Lo prometo NO ME PERDERE EL GRAN DIA DE SU RECIBIMIENTO, CUANDO LLEGUEN AL PAIS.