CARAS BONITAS

Oscar Augusto Rivas Sánchez

La campaña electoral, si bien ha bajado el volumen de lo que hace unos diez años se vivía, sigue llenando el paisaje de basura, que ojalá sea recogida por quienes la han colocado.  Pero, ¿Cuál es el contenido de la campaña? Cándidamente, uno quisiera que le presentaran propuestas serias, que los aspirantes se identificaran por sus valores y por su pasado, por sus aportes a la sociedad, lo que ni ha sucedido, ni hay esperanza de que suceda.

La gran mayoría ha buscado su mejor fotografía de hace por lo menos veinte años, a la que técnicos en esas artes le hacen arreglos para que luzcan mejor, por cierto, un mal mensaje para los electores, puesto que si se presenta una apariencia que ya no se tiene, solapadamente se está mintiendo; mal inicio para quien pretende gobernar. Y se les olvida que ser viejo no es malo, que las más importantes culturas de la historia, han dado un lugar preferente a los mayores y que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”.

De humanos es errar y tal vez por eso, quienes buscan los votos, no se han dado cuenta que las elecciones no son un concurso de belleza, ni la oferta comercial de algún cosmético o algún almacén de modas. Se trata de encontrar las mejores cabezas, las mejores ideas, los mejores programas, para hacer que nuestra Guatemala progrese y se desarrolle, pero de eso, no se ve nada.

Usted se habrá dado cuenta que hay carteles en los que se miran ojos, labios, cabelleras y algo más, pero el nombre de la persona, el símbolo del partido y otras cosas necesarias, o se les olvidó o está en una esquinita donde nadie lo mira. Hay casos en los que ni el nombre aparece.  Si no se trata de una oferta de amores, se trata de servicios al país. Otros, no teniendo nada que ofrecer, se atienen a su musculatura, cual si fuera competencia de fisicoculturismo.

Eso sí, hay que ser modernos y entonces, la vulgaridad debe estar presente en la campaña.  Usted escucha entrevistas en las que el aspirante es sencillamente vulgar, irrespetuoso, imprudente al hablar y por cierto, no les gusta que les pregunten, eso les molesta mucho (salvo cuando ya hay compadre hablado); agarran el micrófono y ya no lo sueltan, diciendo un discurso preparado, falaz y de merolico.  Naturalmente, también la publicidad gráfica debe ser moderna, por eso la llenan de expresiones, vestimentas y posturas sencillamente vulgares, ofensivas para la ciudadanía. Ni para pedir el voto tienen creatividad.

Pobre mi Guatemala, me siento orgulloso de haber nacido en un pedacito que como dijo don Valentín Del Valle Góngora, “No tiene Parangón”, pero veo muy turbio su panorama; por las mañanas me encanta ver los desfiles de niños que jalando mochilas y valijas, van al colegio o a la Escuelita para formarse, para educarse y para labrar su futuro, pero así como vamos, quizá lo único que consigan será migrar más rápidamente. Creo que no es justo que les dejemos un país en tan malas condiciones y entonces, es nuestra obligación averiguar qué hay detrás de cada candidato, para al menos, votar informados.