Cada vez que escucho la descalificación de una opinión con solo escuchar el nombre de quien lo expresa sin oír el mensaje, calificándole de fascista, comunista, facho o izquierdoso; retumba en mi mente el sabio dicho de que todavía “asustan con el petate del muerto.”
Pareciera que los chapines nos quedamos atrapados en un período de la historia que aún no superamos y que algunos no quieren que superemos. A pesar de que la Guerra Fría finalizó en 1991 y que el conflicto interno armado terminó en 1996, que el único país comunista es Venezuela y esta bien lejos de Guatemala; sus fantasmas se apoderan del imaginario colectivo y nublan el pensamiento. Comprendo los malos recuerdos y tengo empatía por las heridas que causo la guerra interna; huellas profundas en las almas de las víctimas, personas que no formaron parte de ninguno de los bandos y sufrieron dolor causado por el secuestro, la desaparición forzada, la violación, el asesinato, la tortura, la muerte extrajudicial entre otros crímenes.
Pero quisiera que alguien me explicara cómo permitimos como sociedad que esos espectros tengan el poder de adormecer nuestra reflexión y capacidad de llegar a acuerdos sociales. Utilizan el petate del muerto para invalidar cualquier esfuerzo que tienda a buscar el bien de la mayoría, no importa sí es económica, política, judicial, ambiental o de salud. Ni siquiera nos damos el lujo de investigar, analizar y reflexionar sobre la iniciativa en cuestión. De esa forma les aseguramos a quienes están cómodos que nada cambie y todo siga igual, entre ellos los amigos de lo ajeno y mejor si es pisto público, o los criminales que hacen negocios chuecos.
Cuánto se ha hablado de la necesidad de reformar el Organismo Judicial, para tener un mejor acceso a la justicia, mejorar la gobernabilidad, dar certeza jurídica para la inversión económica, un Estado de derecho para garantizar el ejercicio real de los derechos humanos y fortalecer la democracia. Espero genuinamente que logremos salir de esa pesadilla imaginaria de la guerra, dejemos los prejuicios, sumemos aleros para aprovechar la oportunidad de discutir sobre los clavos que tenemos y busquemos propuestas para salir adelante, pues se avecinan tiempos más difíciles en los que se necesitaran muchos chispudos para sobreponernos a los efectos implacables de la pandemia que sentiremos al salir salgamos de nuestros refugios, como el desempleo y la pobreza, la injusticia y desigualdad.
Démonos el chance, lo merecemos y no dejemos que nos asunten con el petate del muerto.